lunes, 29 de diciembre de 2008

MONTEVIDEO


Parece mentira que la primera cosa que vemos por una calle de Montevideo es un café en el que nos sentamos a desayunar, que no tiene medialunas. Está bien, OK, son las seis de la mañana, pero esa primera imagen ya choca: es como si en la primera cita un chico dijera que no le gusta el alfajor minitorta.

Pedimos café con leche, igual, y agregar algo para comer se nos complica porque hay diferencias dialécticas. Acá dicen bizcochos cuando pretenden venderos facturas, dicen tortuga cuando ofrecen un pebete o dicen olímpico cuando invitan un sanguchito de miga.

Con Paulita y con Ceci nos preguntamos por qué olímpico: ¿será como el gol olímpico, que se llama así por el festejo del argentino Cesáreo Onzari ante Uruguay, la flamante campeona de fútbol de los Juegos de 1924?

Pienso que los uruguayos tienen cosas raras. Muchos de ellos, por ejemplo, dicen “Bo” o “Vo”, pero en realidad no saben si es una abreviatura de boludo o de vos. Otra expresión es el “Ta”, pero queda claro que es por el “está”, en señal de aprobación de algo. Sí, son amarretes con algunas palabras.

Otra expresión que tienen es el “que pases bien”. Para mí, son muchos menos específicos que nosotros, que utilizamos el “que la pases bien” para un evento especial. Lo de ellos es más generoso: quieren que pases bien siempre.

Le comentamos todas estas cosas a Pablo, nuestro amigo uruguayo a quien queremos mucho, y se ríe: cada vez que lo vemos hacemos lo mismo, y él no se enoja, sólo se ríe.

A veces da la impresión de que Montevideo es algo así como un Plan B de Buenos Aires, más chiquito y a veces demasiado pretencioso: acá, por caso, tienen sus propias torres gemelas, el World Trade Center montevideano. Insólito.

Nosotras estamos acá, somos turistas, pero no se nos respeta como tales. Nos chocamos con una publicidad que afirma que un turista es un amigo. Sin embargo, corro 50 metros un colectivo (mi estado físico es lamentable) y cuando llego le hablo al chofer.

Aye: “Disculpá, te puedo hacer una pregunta?”. (Quería veriguar si nos dejaba en un lugar)
Chofer: “No, preguntas no. Subí o me voy”
Aye: “Andate”.

Acá, los choferes de los colectivos no tienen muy buena onda. No bien arribamos a la ciudad (repito: domingo, seis de la mañana), le pedimos al que manejaba que nos avisara dónde bajarnos. Llegamos al final del recorrido y nos informó: “Chiquilinas, nos pasamos. Me olvidé”. Por suerte recapacitó y nos alcanzó hasta nuestro destino. También fuimos a conocer Carrasco: hermoso. A la vuelta, otro colectivero se enojó: con su mejor cara de culo culpó a Ceci de haber trabado la máquina expendedora de pasajes.
Si algún día vivo en Montevideo, como me gustaría, creo que eligiría el barrio Malvín, pero la parte linda: casas con parquecito, ruido a tranquilidad. Y me movería por la ciudad en bicicleta. En bici con casco, eso sí, porque los hermanos uruguayos manejan bastante rápido.

Ojo, son veloces al volante pero son limpios y la ciudad está impecable. Hasta los bondis tienen tachitos de basura. Después tienen sus cosas, claro. ¿Qué? Una mirada rara sobre los ladrones: “Vandalismo: hermoso como una piedra en la cara de un policía”, leímos en un graffiti. Si Macri estuviese acá, esto no pasaría…

En las calles también hay pegado otro cartel: “TV uruguaya con actores uruguayos”, pide la Asociación de Actores local. Eso de Plab B: viven de chismes argentinos (consumen las revistas Gente, Caras, Paparazzi), pero son actores y quieren actuar. Humildemente, nos sumamos a la lucha por la ficción charrúa.

Mañana ya no veremos cosas por las calles de Montevideo, porque estaremos en otro lado. Igual pasamos bien acá.

viernes, 26 de diciembre de 2008

ALLA VOY...

Por ahí. O por ahí cerca. Para mirar el faro (desde ahí mismo o desde cerquita). Para brindar con amigas y tirarnos bajo las estrellas. Para cumplir eso de "Los tornillos de mi mente, los consigo en el Polonio". Con ustedes, Martín Buscaglia...


sábado, 20 de diciembre de 2008

MOMENTOS L (I)

Mis amigas, como las quiero. Hace un año, después de charlas sobre el tema en las reuniones, decidimos armar una cadena de mails intitulada "Momentos Loser". Allí, cada una contaba alguna anécdota de perdedora total, de esas que nos sobraban. Ayer, después de tomar algo en El Piringundín, en la esquina de Balcarce y Chile, recordamos esos relatos y quedamos de acuerdo en que yo los iba a publicar en mi blog, en varias ediciones (sí, hay muchos momentos L). Aquí, dos de esas historietas (aclaro que no alteraré ni una coma de esos mails que guardo con tanto cariño en mi casilla).

FROM: CECI
Momento Loserísimo de Ceci: Yo también ya lo conté pero obvié un detalle, así que acá va completito así se cagan de la risa(de mí).
30 de diciembre de 2005 (la noche de Cromañón)
Como recuerdan, hice una fiesta en la casa de mis viejos. Resulta que estaba toda emocionada porque Ramiro y yo nos quedamos charlando solos como hasta las 7 de la mañana mientras lo que quedaba de Pao había quebrado arriba y dormía plácidamente.
Yo le tiraba cerezas en la boca al chiquito, tomamos mate, en fin, nos divertimos hasta que se fue. Diez (10) minutos después de su partida, Ceci agarra el teléfono y marca el celular –aclaro que se lo había pedido esa mismísima noche- y lo saludo:
-Hola Ramiro, cómo andás? Soy Cecilia.
-Ah (risas)... ¿Qué hacés, tanto tiempo?
Ahí caí que había sido demasiado ele de mi parte llamarlo al toque de haberse retirado pero el pibe también bastante forro, me a podría haber dejado pasar, no?

***
FROM: FLORI
Querido circulo loser...tanto tiempo...Un recuerdo no tan lejano...unos 5 años maso.
Mi primo y yo decidimos comprarnos celulares por mercado libre, y así lo conocí al muchacho en cuestión, Gustavo... si si era el que nos vendió los celus, no pierdo ocasión. Gustavito se hizo muy querido en mi casa, no solo se hizo amigo de mi primo, sino también de mi mamá, hasta lo invitaba a comer con todo la flia... En una de estas cenas, mi perra Dulcinea, una cocker gordita divina, que dormía muy profundamente, se le ocurre dormirse a full a un costado de la mesa, sin roncar, lo cual era raro en ella.
Mi mamá al llamarla para que coma se da cuenta que la perra no respondía, lo cual podía ser muy posible ya que Dulchi ya estaba sorda de vejez... mi mama se ve que no recordó ese detalle y se tiro al piso cual loca desenfrenada al grito de....SE ME MURIO SE ME MURIO!!!!!! Se armo un revuelo terrible, que termino cuando Dulchi se le ocurre abrir sus ojitos como diciendo...que carajo pasa??? Porque no me dejan dormir tranquila!!??...Los ojos de Gustavo se abrieron muy grandes al ver la locura de mi flia. Parabara, parabara...Familia muy normal!

martes, 16 de diciembre de 2008

LOS MACAYA DE LOS BLOGS


Están los que en su comentario escriben lo mismo que el autor del post, pero según su visión.
Los que les contestas en su propio blog a cada uno de los comentaristas y si tienen un comment nuevo, van al blog y también comentan, como si se tratara de una devolución de favores.
Los que se creen que su blog es su casa y cuando otro que no conocen les comenta, ponen: "gracias por pasar".
Los que no firman con su nombre y dejan el misterio detrás del "Anónimo" u otro apodo de fantasía.
Los que se esmeran por dejar un comentario inteligente y/o gracioso, con el intento de superar lo hecho por el autor del post.
Los que hacen lo de arriba y lo logran y entonces se abren un blog y ese blog está bueno.
Los que son tan buenos en su vida que siempre (siempre, siempre) escriben elogios o frases optimistas.
Los que en sus comentarios intentan demostrar que tienen una relación personal con el dueño del blog (y dejan en claro que no son simples lectores, que no son lectores cualquiera).
Los que comentan para hacer conocido su blog o publicitar un evento.
Los/as que intentan levantarse chicas/os a través de los comments.
Los que comentan, se arrepienten, y entonces te dejan un cartel que dice: "el autor ha suprimido este mensaje". ¡Eso cuenta como un comentario!
Los que no comentan en el blog, pero después te hablan del post vía msn, mensaje de texto y hasta cara a cara (sí, esa vía de comunicación todavía existe).

sábado, 13 de diciembre de 2008

UNA PARA MANUAL DE PERDEDORES...

Jueves, 00.30, arriba del 15, viajando desde Belgrano a Boedo. Yo estaba sentada en la fila izquierda, la de asientos para una sola persona. Una muchacha abre su celular, presiona un botón, toda apurada. La atienden. Evidentemente habla con su marido. Agitada, ansiosa, transpirando por una incertidumbre visible, le pregunta, a los gritos:

"¿Cómo va Bailando por un sueño? ¿Cómo va Bailando por un sueño? ¿Cómo va Bailando?????"

viernes, 5 de diciembre de 2008

VARIAS PALABRAS FORMAN UN TEXTO

Qué fácil es darse cuenta de que algo tiene magia. De que se trata de algo o de alguien, pero la magia está. Se respira.

Ella creía que estaba triste (y en realidad eso era así): había algo de insatisfacción, una sensación a nada. Y un ruido de tic tac: el tiempo que pasaba, pero no dejaba surcos. Ella es el mismo que ahora tiene un fernet con Coca Cola en la mano, en un bar que reúne gentes varias. El Bar de Roberto.

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La situación es insólita, piensa ella, ya subida en un colectivo que está lo suficientemente lleno como para saber que el viaje lo hará sin poder sentarse. Insólita, piensa ella, ya borracha, aunque tan solo haya tomado un fernet con Coca Cola. Debe ser la edad: 38 años que pesan como si fuesen el doble. Otra vez el tic tac. Son las 23.53 de un día más: uno de los tantos que pasaron y no dejaron huella.

Hubo una reunión con dos personas, una charla que incluyó un intercambio de historias personales. Palabras divinas: conexión entre gente nueva.
La voz de Carlos Gardel sale de algún lugar y rodea las mesas viejas, las sillas de antaño. En la barra, un mozo simpatiquísimo prepara un sandwich de jamón crudo y queso en pan figazza. Termina Gardel y suena el Polaco Goyeneche, después un tango que ella no conoce. El fernet con Coca Cola se va vaciando. Las dos personas son pareja y comparten una cerveza. El Bar de Roberto es nuevo, un sitio desconocido.

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Un muchacho entra al lugar desconocido, pero ella tiene memoria para los rostros. No sabe por qué, pero recordar miradas, ojos, facciones, gestos y sonrisas le resulta mil veces más sencillo que acordarse de hechos, de fechas. Un día fue a ver a Andrea Prodan en vivo y él, con su banda, fue telonero del hermano del gran Luca. Está ahí.

Recuerda esa situación, esa música, y piensa: "Hay magia". El Bar de Roberto tiene magia. Toma primero y come después: el fernet hace efecto. Entonces charla, se hace la que escucha, pero en realidad no. La pareja le habla y ella se da cuenta de que El Bar de Roberto es su lugar: que quiere estar ahí, que quiere ir con amigos, que quiere invitar al muchacho que le gusta, aunque en realidad no sabe si le gusta, pero lo que sí sabe es que él tiene novia, porque además últimamente todos los que le gustan tiene novia, y sin embargo piensa que lo puede invitar igual. Aunque sea bastante más joven. A él le va a encantar este lugar.

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Ella creía que estaba triste, pero no. El Bar de Roberto fue una realidad y ella está cerca. Muy cerca. En un tiempo, quizá la distancia entre ese lugar y el suyo sea de apenas unos trescientos metros. Piensa todo eso mientras se toma un helado de dulce de leche con nuez y sambayón, en un barrio que no es suyo, pero que el sueño es que algún día lo sea: el sueño es sentir que un lugar le pertenece. Tira la cucharita y le da lengüetazos. Disfruta el cucurucho que le costó siete pesos en una heladería que está a dos cuadras del Bar de Roberto.

El colectivo frena de golpe. El impacto se siente. Ella acomoda ideas: creía que estaba triste.

martes, 2 de diciembre de 2008

FLORI ESCRIBIO UN MAIL QUE DICE...

Si yo tuviera un blog escribiría sobre la envidia, si, y la envidiosa en este caso soy yo. Me es inevitable sentirlo cada vez que voy al gimnasio y le veo los tobillos al chico de la recepción, podrá ser posible que tenga tobillos más lindos que los míos????!!!! Son los tobillos de mujer más lindos que vi, solo que en un cuerpo de hombre. Parezco un tipo que cuando le habla a una mujer tetona le mira las tetas, en mi caso lo saludo mirándole los tobillos. Un día se lo voy a decir: "Che loco, que lindos tobillos que tenes".

Mi amiga Flori, la misma que alguna vez habló sobre tener un Piringundín, ahora dice que es envidiosa.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

DIXIT

Pablo Cuarterolo, fotógrafo, en el viaje en auto desde Buenos Aires a Mar del Plata:

"Una vez entré al baño del restaurante del club Peñarol y vi a un famoso, muchachos. Yo le vi el miembro al Puma Goity... Afectó mi sexualidad en la adultez".

viernes, 14 de noviembre de 2008

SPINETTA


No atender es un error. Llamarse Luis Alberto y que tu nombre suene bien, suene dulce, ya de por sí es complicado. Yo no entendía a Spinetta, porque no le prestaba atención. Su nombre es dulce porque él es un hombre dulce. Dulce: sensible en su esencia. Eso es algo que transmite desde su música, desde sus palabras y muchas veces desde sus actos (sus actos públicos, claro está).

Intentaron obligarme a que me guste. Pero no. Me acerqué a él sola, solita, gracias a una nota que le hicieron a Liliana Herrero, en la que ella hablaba de él. El primer tema al que presté atención fue Todos estos años de gente: la imagen de la florista en el extremo de la calle emborrachándose con Legui me impactó. Siento que escuchar a Spinetta es un rasgo de madurez (de madurez musical, al menos).

Estos dos párrafos son para citar al dulce Luis Alberto. A una frase suya del año 1977, que leí en el libro "Cómo vino la mano (orígenes del Rock Argentino)", de Miguel Grinberg:

"... ahora ya no tengo más excusas, ya comprendí que crear, y crear cosas hermosas depende de una vida hermosa".

De paso, aprovecho este espacio para agradecerle a mi compañero Claudio por prestarme el libro. Aprovecho, también, para decirle que por el hecho de trasladarlo todos los días en mi bolso, seguramente no podré devolvérselo en el estado en que me lo prestó. Gracias y perdón, Clau.

jueves, 30 de octubre de 2008

MASCOTAS

Está bueno tener animales y quererlos y mimarlos, siempre y cuando esté claro que se trata de un animal. Quiero decir: no se puede tratarlos como a una persona.

Tuve varias mascotas, sobre todo en la infancia: perros, gatos y caballos. Sin lugar a dudas, el principal responsable fue el Gordo Ramón, quien ama a los animales.

A mí me gustaban los perros: recuerdo particularmente a Bucky, a Panky y a Beetho (por Beethoven). A mi hermano, los gatos: tuvo varios y todos se llamaron Mish. Al Gordo Ramón, los caballos: Pícaro, Pepino, Tipo y Chucho, por nombrar algunos.

Pero hubo también otros animalitos. Tuvimos pajaritos, hasta que mi madre los soltó para darles libertad; ovejas en el patio de casa, gallinas y gallos, patos, conejos, alguna que otra tortuga… Hasta un zorrino.

En la lista voy a agregar a la Chiva: así, con mayúsculas, porque era como la llamábamos. Ayer soñé con ella, tuve como un deja vu: el Gordo Ramón que nos la presentaba, mi hermano y yo poniéndole un collar y sacándola a pasear por el barrio. La Chiva que nos gustaba, que nos hacía reír. Nosotros que la disfrutábamos, la Chiva que parecía que la pasaba bien. Un deja vu: una foto con la Chiva en la puerta de casa, Andre que se subía arriba de ella como si se tratara de un caballo. El Gordo Ramón que la cocinaba en el horno de barro del fondo: una mesa con personas comiéndose a la Chiva.


P.D.: no, nunca viví en una granja. Pero cuando me llevaban de la escuela en excursión a una, para mí no tenía mucha gracia.

miércoles, 22 de octubre de 2008

YA LO SABEMOS, TODOS TENEMOS UN POCO DE MIEDO


El miedo atemoriza. El miedo bloquea. El miedo impide. El miedo detiene. El miedo perturba. El miedo genera llanto, risa, bronca. Obvio: el miedo da más miedo.

Pocas sensaciones tienen tantas aristas como el miedo. Hay miedos tontos, como el miedo a encarar a una chica. Hay miedos chiquitos, como el miedo a los fantasmas, al hombre de la bolsa, a la oscuridad. Y hay miedos grandes, como el miedo a crecer o el miedo al futuro de los hijos.

Algo es claro: al miedo hay que tenerle respeto.

Hay miedos que encierran, como el miedo a un trabajo nuevo, a socializarse, a mostrarse como uno es. Hay miedos egoístas, como el miedo al futuro de nuestros padres o nuestros abuelos: al pánico que causa la idea de que algún día no estén con nosotros.

El miedo muchas veces es sufrimiento.

Se le puede tener miedo a las cucarachas, a las palomas, a los ruidos, a un vecino que está loco y que te golpea la puerta para pedirte que le calientes el agua de la pava o que le prestes 25 pesos.

Hay miedos cobardes, como el miedo a que tu pareja te deje. Hay miedos miedosos, como el miedo a la muerte. Hay también miedos ampulosos: el miedo al poder, a los sistemas políticos, al hambre del mundo. A la situación del mundo en sí.

Hay miedos autodestructivos: de esos que se sienten cuando uno va a enfrentar algo que seguramente tenga consecuencias positivas. Miedo autodestructivo: uno sabe eso, pero no lo encara por miedo.

A veces, el miedo es un estado maravilloso.

Hay gente que se cree valiente porque se agarra a trompadas, porque se la re banca. O porque se las sabe todas, porque es re capo. O porque es re canchero y re inteligente y se siente muy seguro de sí mismo: porque ahí está él, mírenlo todos. O porque tiene sexo con mucha gente y lo cuenta como si se tratase de ganar trofeos.

Ser valiente es enfrentar los miedos. Chocarlos, empujarlos. Es que el miedo te pegue las piñas más dolorosas y, con el alma llena de lágrimas, decirle: “Bancame. Dame un tiempito que me recupere y ahí voy a pelearte otra vez”. Ser valiente es decirle al miedo un irónico: “Uhhh, qué miedo”.

sábado, 18 de octubre de 2008

DE PUÑO Y LETRA


No sé si los jóvenes se lo plantearán, pero hay una generación que no tuvo contacto con las cartas de papel (y ya no lo tendrá). Una camada de muchachitas y muchachitos que nació y se crió con una computadora con internet en sus casas. Un grupo de personas que día a día deforma el idioma.

La pena que me da por ellos (y un poco por mí también, porque ya no recibo ninguna). Porque nosotros, los de más de 20 años, ya la vivimos. Aunque sea por poco tiempo.

Pero estos pobres chicos no conocerán jamás la letra de sus novias/os, de sus amigos, ni siquiera de sus hermanos. ¿Se acuerdan cuando en los textos que recibíamos los signos de pregunta se cerraban, pero también se abrían? Nadie escribía un "dps t llamo". Al contrario, como uno escribía cada tanto, elegía qué contar, seleccionaba las mejores anécdotas, describía sensaciones, gente, lugares. Uno tenía espacio para seleccionar no sólo lo que quería decir, si no también cómo quería hacerlo.

Claro, no estaba esta cosa de abuso de la información, de los mensajes de texto, a través de los cuales todos sabemos lo que hace nuestro círculo de gente todo el tiempo. La última que yo recibí, por ejemplo, fue hace ocho años: un noviecito me redactó unos párrafos y me hizo un diseño de cómo iba a ser "nuestra" casa cuando nos casáramos (¡?). El, obvio, ya se casó con otra: yo me alegré, pero no le mandé ninguna carta.

Propongo una batalla contra los mails, contra los sms. Que vuelvan las cartas, que las casas tengan sus carteros. Que volvamos a decir: "Te mandé algo de puño y letra".

jueves, 2 de octubre de 2008

VALLE HERMOSO, CORDOBA

Don, ¿nos lleva?

La casa estaba a cinco kilómetros de la escuela. En invierno, el trayecto se sufría. En primavera, íbamos con menos ropa, peleándonos por el camino y juntando flores: después, con mamá, hicimos un perfume casero.

La ropa era muy simple, casi toda vieja o regalada por algún primo generoso. Había silencio. Era lógico: estábamos en un pueblo en el que las grandes aventuras eran, precisamente, hacer un perfume casero con los pétalos recolectados.

Don, ¿nos lleva?

El Urbano era el colectivo que pasaba por el barrio y que nos acercaba al colegio. Pasaba cada media hora. No lo esperábamos: a veces se retrasaba y, en realidad, todo lo que pasaba en el camino (las flores, las peleas, las conversaciones) era muy divertido.

Papá se quedaba en esa aventura que nos había llevado ahí: la excusa de escapar a las sierras y poner un almacén. Mamá venía con nosotros, porque trabajaba en nuestra escuela. Era raro: también fuera de casa formaba parte de nuestra educación.

Don, ¿nos lleva?

Pasaba siempre: cuando nos faltaban apenas unas cuadras para llegar aparecía el Urbano. Todo blanco, con letras azules, en mayúscula: URBANO. Andre y yo (menos de ocho años, los dientes de leche que se nos iban cayendo) nos turnábamos para pedirle al chofer que nos haga caminar un poquito menos. Le decíamos: "Don, ¿nos lleva?".

sábado, 27 de septiembre de 2008

SESENTA Y UNO

Rezongó. Lo llamé y rezongó. También el día de su cumpleaños.

-¡Feliz cumpleaños, papi! ¿Cómo la estás pasando?
-Ah, hola. Gracias. Acá, laburando. Es un día más. Hoy hace calor.
-¿Cómo lo vamos a festejar?
-No, no. Yo no quiero festejar nada. No hay nada que festejar. No quiero regalos, no quiero que venga nadie. No quiero nada.

Rezongó. Lo llamé y rezongó. Una vez más, que podría ser una por año, pero que en su vida es una vez por día.

El Gordo Ramón cumple 61 años. El no sabe que es un gran protagonista de este blog y que varias personas se están fanatizando con su persona. Esas personas piensan que su persona es un personaje. Pero en realidad no.

Hace un tiempito le habló de mí y de mi hermano Andrés. Le habló, casualmente, a la novia de mi hermano Andrés.

-Todo lo que nosotros hacemos (acá la incluyó a la Gorda Marta) es para ellos. Todo. Todo esto es para ellos, para los chicos. Lástima que ellos...
-¿Ellos qué?, preguntó Flavia
-Y... Ellos son muy desordenados, viste. Dejan toda la ropa tirada, no les importa. No les gusta el orden, la disciplina. Yo trabajaba todo el día todos los días. Y mis cosas estaban impecables. Ellos son vagos, no les gusta el laburo. Un desastre.

Rezongó. Lo llamé y rezongó. También el día de su cumpleaños. Me contó que mi mamá le regaló una camisa, pero que no hay que gastar plata: la mandó a que la devuelva. No importa. Yo lo quiero igual. Me voy a festejar el cumpleaños del Gordo Ramón (aunque todavía no sé cómo). Un beso para todos.

martes, 23 de septiembre de 2008

ALL YOU NEED IS LOVE


Es increíble cómo funcionan las parejas. De todas las que conozco, los chicos de arriba son los que mejor me caen: mejor juntos, digo, porque este post se trata de parejas.

El es Marcelo. Ella es Carla. Para él, ella es Carlis, o "mi amor". Para ella, él es Marce, o "mi amor". Para mí, son dos personas con muy buena onda. Lo que mejor me cae es que se quieren simple, sin estridencias.

No entiendo a las parejas que necesitan un amor pretencioso: viajar a grandes lugares, hospedarse en hoteles de lujo, tener una mansión con pileta, el mejor auto. Esas que necesitan también poderosas demostraciones de amor, como recibir rosas rojas en cada aniversario, o pagarle a un tipo para que se disfrace de príncipe y le lea un poema a la novia.

Marce y Carlis se conocieron en la facultad, cuando estudiaban Ciencias Políticas. Ella terminó la carrera; él, como buen vago, no. Y él le dice que ella lo dejó solo, que por eso no llegó al final. El diálogo empezó en una parada de colectivos, cuando los dos esperaban el 24. Ella fue la que inició la conversación.

Marce, que es mi compañero de trabajo, me recuerda la historia cada vez que pasamos por esa esquina, Ramos Mejía y Sarmiento. Y pasamos casi todos los días. Ahí comenzó todo: esta historia ya lleva más ocho años de joda (y un par de convivencia).

Primero fueron amigos, después se gustaron (aunque se mintieron y siguieron siendo amigos), hasta que uno de los dos dio el paso. No se sabe quién, porque ambos se adjudican el momento del encare.

Se quieren simple, sin estridencias. Cuando hablamos de las cosas que nos hacen felices, él la nombra a ella: al tiempo que pasa con ella. Carlis también está enamorada: se le nota cuando le habla, cuando lo mira cuando él habla y cada vez que le manda la comida al trabajo en un tupper. ¿Qué es eso si no un acto de amor puro? Ella lo quiere tanto que para dormir la siesta los domingos, le pide a Marce que le ponga la transmisión de Radio Continental, un hábito claramente de él.

La vez que los invité a comer a casa, bajé a abrirles y los agarré dándose un beso. Esa es otra cosa buena que tienen: parece que se hubiesen conocido hace dos meses. La imagen me enterneció. De hecho, hace unos días la soñé. Pero a diferencia de aquella vez, era de día y había mucho sol. Si yo pudiera haber musicalizado aquel momento del beso (aquellos segundos que tardé desde que bajé del ascensor hasta que puse la llave en la cerradura), hubiese puesto la canción que utilicé para el título de este texto.

martes, 16 de septiembre de 2008

Y ESPERO QUE (NO) TE OLVIDES MI NOMBRE


Mi identificación personal es un nombre que tiene seis letras, tres de ellas vocales, tres de ellas consonantes, tiene un tilde y un significado particular: es un nombre como el de cualquiera.


Pero yo al mío lo quiero, quizá porque mi mamá -que fue la que lo eligió- lo quiso siempre. Conozco gente a la que no le gusta su nombre y otros, incluso, que eligen ser llamados por sobrenombres. Pero un nombre es algo especial, representa a uno: le da forma, le da cara, le da identificación. El nombre es como el aura de cada persona. A veces pasa que la gente tiene una cara que no pega con su nombre: ahí hubo padres que evidentemente hicieron una mala selección.


Mi mamá (que también es una persona con características particulares, como todas las personas) quiso que yo me llamara Ayelén. Mi mamá no es una persona expresiva, pero expresó en un nombre todo lo que quería de mí: Ayelén significa niña alegría.


Desde que tengo memoria escucho que mi mamá dejó de lado el deseo grasa de mi papá: él quería ponerme Mercedes (tenía una novia con buen culo que se llamaba así) o Miriam (tenía una novia con buenas tetas que se llamaba así). Gracias, mami.


Yo soy Ayelén, tengo un nombre mapuche. Los mapuches fueron indios que habitaron el sur de Argentina y de Chile. Me vienen más recuerdos de mi infancia. En casa había un libro muy grande sobre la historia indígena: a mi mamá le gustaba leer sobre ellos, le gustaban esas historias. Ella es una mujer muy friolenta, pero me eligió un nombre del Sur. Ayelén significa niña alegría.


Yo soy Ayelén, tengo un nombre mapuche. Hace poco leí que estos indios funcionaban raro en la pareja. En esa época (¡ya en esa época!), la mujer era independiente económicamente. Tenía su propia chacra, sus propios animales: sólo se podían vender con su consentimiento.


Yo soy Ayelén, tengo un nombre mapuche. Y me encanta. No sé si tengo alegría, pero cuando me río se me hacen pocitos en los cachetes. Mi mamá no me lo dijo nunca, pero yo estoy segura de que eso la pone contenta.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

PEQUEÑAS MUESTRAS DE LA EVOLUCION DEL MUNDO


Hay síntomas que demuestran que el planeta no puede más: ya pasó muchas cosas. La naturaleza da muestras de ello. Y en el mundo hay pobreza, y hay injusticias, y el servicio de trenes es pésimo. Y hay que trabajar.

Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, hay cosas que mejoran. ¿O alguien se imaginó alguna vez que iba a existir un alfajor minitorta? Es importante que seamos conscientes de estos progresos, que en definitiva son los que nos hacen felices. Otra vez: los alfajores minitorta están entre nosotros. ¡Una porción de torta en versión alfajor! ¡Y se compra en un kiosco, por tan sólo un billete de dos pesos! El viejo y querido Guaymallén debe estar perdiendo por goleada. Es como que ahora alguien use el atari en lugar de jugar a la PlayStation.


Es cierto, uno de los rubros en los que más (se) mejoró el hombre, debe ser en el de la comida. No me quiero extender en este ítem, pero no puedo dejar de mencionar a los tmatitos secos (que quizá existen desde hace un tiempo, pero ahora son accesibles). Ni que hablar de la tecnología. Si hasta Carlos Tevez tiene un "i-pó", como le dice él al i-Pod.

Un amigo me dijo el otro día que se dio cuenta de que alguien puede vivir solo con tener apenas un magiclic (nada más que eso). Es válido también.

Y una muestra más en este pequeño desgloce es que, según vi el 4 de septiembre, ahora resulta que hasta los floristas tienen estrategias de marketing. En Plaza de Mayo los puestos estaban repletos de flores de todos los colores y llenos de carteles que rezaban: "4/9: Día de la Secretaria".

martes, 2 de septiembre de 2008

QUE FANTASTICA, FANTASTICA ESTA FIESTA



Baby Etchecopar dice, desde la radio, que en 15 años va a matar a su mujer, que ella ya lo sabe y que si todos conociéramos a su mujer, diríamos que hace bien. El taxista frena en un kiosco y compro alfajores, muchos afajores minitorta, de esos que son riquísimos. Cuando llego, Blancanieves ya está lista: está hermosa. Es una Blancanieves de tez morocha y no tiene enanos. Es una Blancanieves humana: se queja porque le aprieta el corset y putea porque se nos hace tarde. Campanita está pintando a la argentina que será una japonesa en unos minutos. Campanita juega a que es una Campanita de barrio, pero es divina y, más allá de las palabras que dice, su dulzura es inocultable. No hay música en la casa, pero hay ruido a gente que camina, a chicas que se divierten: hay sonido a regreso a la adolescencia. No cené: como rápido unas pizzetitas frías, un poco de maní, tomo fernet con Coca Cola. Tengo que tomar rápido, porque sin alcohol la vergüenza que siento puede hacer daño. La Vaquita de San Antonio peina a una chica que será una Leona en unos segundos: una de esas que juegan al hockey. La Abejita quiere sacarle fotos a todo, a todas, pero no se da cuenta y se tira un cigarrillo encima del disfraz. El disfraz se quema, pero el ambiente adolescente es tal que todo pasa, no importa nada, eso ya se arreglará (y ella hará todo lo posible para que la casa que se lo alquiló no se quede con la seña). La japonesa ya está lista y es la japonesa más linda de todas las japonesas, aunque sea argentina. El timbre no anda, pero llega un sms que avisa que el Jeque árabe está en la puerta. Una imagen retrata a todos, todos salen por la puerta, nos dividimos en tandas, dos taxis nos conducen a un lugar. Nunca comimos los alfajores, pero no importa. Ni siquiera nos dimos cuenta. Ahí, en el lugar, hay un chico y una chica que tienen traje y una careta, pero no se sabe de qué se disfrazaron. Aparecen la chica de los '70 y el monje. Hay un gesto que no se altera: todos mostramos los dientes, los pocitos en los cachetes, todos soltamos carcajadas. La japonesa se pinta las uñas de las manos en la barra y las uñas de los pies en el baño de mujeres: eso la muestra tal como es. Ahí sí hay música y bailamos. Bailamos mucho, tomamos un poco menos de lo que bailamos, pero tomamos bastante. La Leona brinda con el monje. Está el Zorro, impecable, en un costado. Están otros chicos con ropa normal y caretas y gorros. La chica de los '70 -que está luminosa, atractiva, que hubiese roto muchos corazones en aquella época- se besa con el monje: se nota que se quieren. Se sientan en la barra y conversan, se miran, se ríen. Es lindo verlos. Llega otra pareja: Caperucita Roja cae con un Lobo que está vestido de civil, que la observa y la cuida en cada canción. Caperucita es sencillamente guapa. Sus ojos dicen que está contenta. En una punta, en la otra punta, hay una chica y un chico que no se conocen, pero intercambian besos. El besa bien, parece. Hay un trencito de gente que recorre la pista. Hay momentos y hay un instante particularmente grasa: se escucha la voz de Cacho Castaña y todos saltamos al ritmo de "ha vuelto el matador, ha vuelto el matador". Hay más música, en otro estilo, hay menos gente, Blancanieves se quita la parte de arriba de su disfraz. Está linda igual. Campanita y la japonesa paran un taxi, se alejan, primero lento y después rápido. Blancanieves se va con el jeque por un lado: su destino es el Conurbano. Van a descansar al seno familiar. El Zorro, la abejita y la Leona parten en un auto que dará muchas vueltas antes de llegar adonde debe llegar. Hay una conversación sobre las profesiones: a uno le gusta la de la otra, pero la otra explica que está cansada. Y que en realidad todos -o la gran mayoría- se cansan de las profesiones. La otra piensa que las profesiones son una excusa para poder hacer eso: juntarse, reirse, disfrazarse, bailar. Por suerte, a esa hora y en ese auto, no suena la voz de Baby Etchecopar.

miércoles, 27 de agosto de 2008

ASUNTOS DE FAMILIA (II)

No voy a extenderme mucho para describir a mi padre y a la relación que tuve y tengo con él, porque podría escribir un libro (o hacer terapia de por vida). El Gordo Ramón -padre es gordo y su primer nombre es Ramón, aunque él utilice Eduardo, el segundo- es canillita: todos los días de su vida se levanta a las 4 de la mañana para atender su puesto de diarios.

El otro día lo visité. Mientras leía Clarín, lo escuché gritar: "¡Esperá, esperá! ¡No cruces, esperá que yo te hago cruzar, te va a atropellar un auto!". Y puteó y se quejó, con ese sonido que él emite cuando se queja: "Ciego de mierda", me dijo, bien bajito. Pero lo ayudó.

Hace unos años ocurrió algo similar. Monte Grande había sufrido una inundación bastante importante, sobre todo en la periferia, donde hay barrios humildes. El Gordo Ramón tenía una camioneta por ese entonces. El, que siempre dijo que los problemas de la Argentina se solucionaban yendo con un lanzallamas a las villas, dejó a alguien en el puesto de diarios y fue a evacuar gente. A la vuelta, en casa, contó: "Acá estoy, qué se yo, renegué mucho. Esos villeros me tocaron toda la camioneta".

miércoles, 20 de agosto de 2008

PAO, Y SU VISION SOBRE LAS DIFERENTES CULTURAS


La chica de la sonrisa es Pao, mi amiga y concubina. El sábado fuimos a bailar, se nos acercaron dos chicos, uno le pidió a ella su mail, para agregarla al msn.


Pao se lo dio y le aclaró:

-Decime tu nombre y tu apellido, porque si no, no te acepto.


Después, en casa, me lo contó a mí. Me pareció insólito. Entonces me explicó:

-Pasa que si no, (en el msn) se te meten peruanos, todo. Me pasó miles de veces, me ponen: "Hola, cómo ándas. Yo soy de Lima".


El mismo día pero varias horas después, en una parada de colectivo, escuchamos a una chica y un chico, que conversaban en portugués. A Pao le llamó la atención. Me contó su sensación:

-Qué lindo es el portugés, viste? Es un idioma que suena bien, agradable, tiene onda. No como el ruso o el rumano, que es re ggggzzzzrrrrzz, re cerrado.

miércoles, 13 de agosto de 2008

LA VIDA BAJO TIERRA


El subte de Buenos Aires, en la hora pico de la mañana, debe ser el lugar que más gente agrupa de todas las grandes ciudades del mundo. Me di cuenta hoy, mientras tenía un hombre detrás mío, a mi amiga Pao tan cerquita que parecía que quería darme un beso y a un tipo que debió sufrir mucho mi cara presionada contra su espalda.


Lo llamativo es la cantidad de cosas que hace y/o dice la gente a esa hora, en ese lugar y con esa presión humana. Hubo gritos contra “los gremialistas del subte”, una mujer preguntándose por qué la gente no se levantaba más temprano para viajar cómoda (vaya a saber por qué no lo hacía ella, que estaba ahí), un gordito que aprovechó la ocasión para apoyarse a una adolescente y un tipo que dormía contra la puerta, con cuatro personas encima.


Quiero decirlo, a esa hora y en el metro (a propósito, recomiendo la canción de Café Tacuba, El Metro), triunfó el amor:

El: Perdoname si te aplasto.
Ella: No, todo bien. Esto es tremendo, no se puede viajar así.
El: Coincido con vos. Sos una chica muy inteligente, tenés toda la razón. ¿Viajás todos los días a esta hora?

El (tres estaciones más adelante): ¿Y a qué hora te volvés?
Ella: Salgo de la oficina a las seis, así que me tomo éste otra vez. Pero a esa hora también se viaja mal, ¿sabés?
El: ¿En serio? No te lo puedo creer.

El (una estación antes de bajarse, cuando ya le había sacado el nombre y la profesión a la muchacha): ¡Hagamos una cosa! Nos encontramos seis y cuarto en Carlos Pellegrini y volvemos juntos.
Ella (tímida): Bueno, dale.

Hacían una linda pareja.

Mientras los escuchaba, miré hacia arriba. Odio a los de zonajobs, la página para buscar trabajo, que te pone las líneas de subte de España o de Inglaterra: no me jodan, nunca voy a conseguir trabajo allá. Jamás voy a pasar por Atocha o Barajas. En todo caso, laburaré desde acá para un call center y por dos mangos.

Yo creo que los dueños del subte, a esa hora y con toda esa gente, deberían pasar música. Yo viajo en la línea B. ¿Por qué no me ponen Mañana en el Abasto, la versión de Sumo?

P.D.: Entre las cosas que pensé es que de toda esa gente, yo debía ser la única ahí que sabe quién es Ana Guevara o que sabe quién es Albert Pujols o que sabe que Gudjohnsen es islandés.
La primera es una atleta mexicana que ya se retiró. El otro, que tiene mi mismo apellido pero con s final, es un beisbolista dominicano de la MLB. El último es un futbolista: delantero que pasó por Chelsea y ahora está en el Barcelona. No juega bien, pero hace goles. Lamentable.

jueves, 7 de agosto de 2008

NOTICIAS QUE TE CAGAN EL DIA




Hay. Hay muchas. Y lo peor es que ese tipo de noticias te arruinan el día laboral y muchas veces eso se hace extensivo al resto del tiempo. En el diario, por ejemplo, nos hartaron las salidas del Burrito Ortega los jueves. Se emborracha en la madrugada, falta los viernes al entrenamiento y, para nosotros, empieza a ponerse en marcha el “Caso Ortega”: hasta se ha llegado a hacer guardia en su casa.

Basta Ortega, por favor.

De más está decir que nuestra suerte es pésima, ya que estamos en un diario que sale sólo sábados y domingos. Pero claro, irse de joda un martes mucha gracia no tiene.

En 2003, cuando estaba en Clarín, después de haber trabajado todo el domingo, llegó la noticia: “Internaron a Maradona en una clínica en Punta del Este por hipertensión”.

La situación fue un poco escalofriante. Yo tenía 20 años y todas las ganas todas de trabajar. Apareció, de golpe, un suplemento de Diego que ya estaba hecho. Había que actualizarlo: ¡actualizar la muerte de Maradona!

Escribí una nota para un suplemento que alguna vez saldrá y vi la tapa: me temblaron las piernas. Nos quedamos en el diario hasta las 4 de la mañana. Un par de días más tarde tuve que ir a la puerta del hospital, a ver si pasaba algo. No ocurrió.

Pero… Diego me asustó otra vez. Unos años después surgió el rumor de su muerte. A mí me lo dijo mi amiga Ceci, por MSN. “Saben ahí que parece que se murió Maradona?”.

Ehhhhhhhhhh???? Lo asumo: lo primero que pensé fue si contarlo o no. Faltaba apenas una hora para que mi horario laboral se terminara. Bajé la cabeza y lo conté. Empezó el operativo chequeo. Finalmente, todo quedó en la nada: zafó, zafé.

Es cierto. La pasión por lo que hago se me fue muy rápido. Ahora sólo quiero un mundo del deporte feliz, contento, sin polémicas y con personas sanas y con vida eterna.

jueves, 31 de julio de 2008

EL ARTE DE UNTAR


Si arte puede ser un diente de cocodrilo adentro de una botella o un tipo completamente desnudo parado en el medio de Plaza Francia, esparcir algo sobre una tostada y/o galletita también lo es.

Escribo, entonces, sobre una de mis pasiones: untar. Untar es relajarse y tomarse tiempo, prepararse un tentempié mínimo para disfrutar como un verdadero manjar. A mi me relaja, me hace reflexionar sobre temas profundos. De hecho, he tomado decisiones importantes mientras desparramaba la mermelada.

El secreto está en hacerlo con tiempo. La tostada es como un bebé que hay que cuidar, tratar con cariño. Es la expresión en miniatura de la delicadeza.

Untar muestra muchas veces cómo uno vive la vida. Están los que untan así nomás, los que le ponen poquito aderezo, los que sólo llenan el medio, los que le ponen miles de ingredientes (y así no sienten el sabor de ninguno), los que cubren completamente la tostada. Yo pertenezco a estos últimos: la cubro tanto porque me gusta que el contenido me quede apenitas en la yema de los dedos.

Las mujeres, igualmente, untan bien hasta que son madres. Después, todo el esfuerzo hecho durante años se va por la borda y les preparan a sus hijos tostadas así nomás. Pasan el cuchillo de tal forma que yo creo que si la manteca y el dulce de leche se expresaran, llorarían sin parar. Quizá tiene que ver con la necesidad de resolver todo rápido (y de hacer mil cosas a la vez) que tienen las madres.

Untar es una acción que puede realizarse en cualquier momento del día. A mí me gusta más en el desayuno. El desayuno es casi tan maravilloso como un lindo atardecer.

lunes, 28 de julio de 2008

SEGUIR


Estoy cansada. Agotada. No tengo ideas o, mejor, no tengo ganas ni siquiera de generarlas. Hoy, en el archivo de la computadora, encontré algo que escribí hace unos cinco años atrás. Estaba guardado con el título "SEGUIR". Lo releí: jamás lo voy a seguir, así que lo publico acá (y mientras gano tiempo para ver si se me ocurre algo).




En el mundo de Juri no existían los abrazos. No había lugar para sonrisas, para muestras de cariño, para sacar a flote esos rincones del alma que salen a flote cuando uno es feliz. El mundo de Juri se remontaba a momentos alegres, pero tenía una particularidad: él mostraba los dientes sólo cuando salía el sol.
El sol, esa bola amarilla, ese círculo luminoso, a veces chiquitito y otras enorme, lo despertaba entonces y Juri reía, mostraba sus dientes como un acto único en su vida. Y decía, con el entusiasmo que dicen todas aquellas personas que no superan los 5 años y el metro 20 de estatura, que entonces sí, que ya estaba listo para salir a jugar a la pelota.

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“Yo festejo los goles solo –me empezó a contar su historia desde la ventana de aquella pieza oscurita que habitaba--. Igual no hago muchos, eh. Incluso a veces los esquivo. La tiro afuera o le doy con el empeine cuando sé que si le pego con la cara externa va a ser un golazo”.
Desde esa ventana yo hacía esfuerzos para observarlo, porque casi no lo veía. Por mi edad, mi visión no era la mejor, pero además Juri no era alguien extrovertido, sino todo lo contrario. Siempre estaba escondido bajo esa cama desordenada, repleta de ropa sucia, como si no tuviese nada para mostrar.
Juri hablaba y su voz se escuchaba triste, melancólica. Le costaba modular y era evidente que no conversaba a menudo, porque también tenía dificultades para expresarse. “A mi me cae bien ese... Ese... –quería decirme algo y no le salía--. Esos tres palos... ¿Cómo se llama?”. “¿Aquel arco?”, pregunté yo, señalando la canchita que se veía allá a lo lejos, cerca, muy cerca del lugar donde veíamos por última vez el sol. “Si, el arco. Ese arco. Creo que ahí si puedo llegar a tener ganas de hacer goles. Porque si los hago ahí, me puedo morir tranquilo: es el lugar donde se esconde el sol. Me iría con él y no volvería más”.


Yo fui testigo, desde al lado de la pieza oscurita. El lugar en donde dormía ese chico pecoso, el de los mocos en la nariz, el de la ropa rotita. Desde ahí vi cómo Juri durmió en su pecho esa pelota que bajó del cielo y sacó el zurdazo. El zurdazo que se clavó en el ángulo y rompió la red. Me esforcé y vi más. Vi que Juri se sacó los botines y se fue caminando con la cabeza gacha, sin abrazos y sin sonrisas. Iba hacia el sol.

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Hoy lo vi en la tele, porque mi hijo me conectó el codificado. Ya nadie lo llama Juri y yo no puedo afirmar que es él, porque ya no le cuelgan los mocos y no está en la pieza oscurita. Dice mi mujer que ahora todos le dicen el Burrito Montega. Entonces fui y me puse los anteojos. No hay dudas: es él. Ayer hizo un gol y desechó abrazos, se olvidó de las sonrisas. Se ve que sus compañeros ya lo conocen porque no fueron a saludarlo. Lo dejaron solo. Y él miró para arriba y señaló el sol.

jueves, 17 de julio de 2008

ATRACCION MUSICAL


Hay algo que hace atractiva a una persona, más allá de cuestiones superficiales: el talento. En una banda de música ocurre eso: cada uno de los integrantes tiene su público particular y levanta chicas o chicos. Y muchos sacan ventaja, porque cuando no gozan de un talento pueden aprovecharse de la ignorancia musical del que oye y no sabe distinguir si el artista es bueno o malo.


Por supuesto, hay un ranking de ganadores de acuerdo al instrumento que toca:


Voz: es quien más mujeres/hombres gana, lejos. Y tiene motivos para serlo: es el más popular, es el emisor de mensajes y suele ser carismático, expresivo y extrovertido. Las histéricas, por ejemplo, gritarán todo el tiempo por él. Es un líder natural.

Guitarra: no lo ubiqué en el segundo puesto de casualidad. Gana en el escenario (siempre menos que la voz, al menos que su belleza sea mucha) y gana afuera, sobre todo porque puede tocar en una reunión de amigos, en el fogón en la playa, en un campamento o dónde sea. Y si se hace el que no sabe cantar, se le acercarán aún más.

Bajo: es un poco tímido/a. La juega de callado/a, pero también gana. Aunque apunta a otro target: llama la atención de los chicos/as que miran cine europeo y no películas pochocleras, que leen a Sábato y no a Paulo Coelho, que ven teatro under y no obras de la calle Corrientes. Ellos/as atraen a los que son lindos y no se dan cuenta que lo son; a los que no se producen en exceso.

Batería: son buscados por un público que evade el estrellato, por las personas que gustan de los que, en general, le gustan a pocos. La batería tiene mucho protagonismo en una banda (¿quién marca el ritmo si no?), pero en el escenario da la impresión contraria. Ellos/as llaman la atención de los atentos, esos que no miran sólo al cantante, sino que pispean hacia el fondo. Los/as que gustan de los bateros/as no son ningunos/as boludos/as: buscan músculos y los encuentran.

Flauta traversa: no quiere decir que la persona que la toca sea homosexual, pero es cierto que este intrumento da gay. Sin dudas, estamos ante un músico intelectual, culto, de gustos refinados. Su look suele rozar con lo nerd. Como publico, hay que tener cuidado. Como músico, hay que demostrar constantemente masculinidad en el caso de los hombres, y femineidad, en el de las mujeres.

Saxo: tienen limitaciones estéticas, pero les sobra onda y suman por ese lado. Hay dos tipos: los jazzeros en general son gorditos, tranquilos y más bien callados. A ellos les gustan todas/os. Los que tocan reggae, ska o rock son menos gorditos que los anteriores y más charlatanes. Igual, también les gustan todas/os.

Teclado: son feos, pero tienen un buen nivel de atracción porque en el 93 por ciento de los casos son muy buenos bailarines. Ahí, entonces, estamos hablando de un 2 en 1: saben tocar y saben bailar. Listo, levantan.



Para todos los casos: se puede ser feo, pero se gana igual. En un instrumento musical está escondida la destreza, la habilidad, la sensibilidad. El talento. Y esa es un arma de levante fundamental.


jueves, 10 de julio de 2008

MUJER TRABAJANDO... CON HOMBRES


"¡Al fin una mina! Acá había mucho olor a huevo". Con esa frase me recibieron en la redacción de Clarín, adonde empecé como pasante. Soy mujer, soy periodista deportiva. Por eso, siempre trabajé con hombres. De eso voy a escribir: de mi experiencia laboral con el sexo opuesto.

Contrariamente a lo que muchas mujeres creen, los hombres no son todos iguales, aunque hay dos temas que son recurrentes en sus charlas: el fútbol y las mujeres. En realidad, es al revés: las mujeres y el fútbol.

En cada conversación, en cada mini reunión masculina, lo que parece estar en tela de juicio es ver quién de todos es el más macho. Aunque después, individualmente, nada de lo que hayan dicho se cumpla (al menos da esa sensación).

Entre los periodistas deportivos están los hombres sensibles, los babosos (los babosos y sensibles), los tímidos, los graciosos... Y hay una raza particular. Mi máxima: todos los que cubren fútbol internacional son raros.

¡Ah! Aquellas mujeres que salgan o gusten de un periodista deportivo sepan que el 95 por ciento de los casados que superan los 40 años, aprovecha para salir con otras cuando se va de viaje. Y cuando vuelve se lo cuenta a los demás.

La masculinización de las frases
Trabajar con hombres es pronunciar la expresión "es una patada en los huevos", sin saber su verdadero significado; es encontrar el parecido de un repartidor de pizza con Schweinsteiger (un jugador alemán); es escuchar un mínimo de tres veces por día la pregunta: "¿llegás?". Todos la hacen para saber si el compañero es capaz de tener relaciones con la señorita que aparezca en escena.

Trabajar con hombres es ponerte botas y que te digan: "¿Juega Bottinelli hoy?" o "Bottaro era el presidente de Independiente, ¿no?".

Otra muestra de la masculinización de las frases. La otra vez un amigo me contó que gustaba de una chica, y yo lo insté a que avance con la muchacha: "Tirale un tiro", manifesté. Una vez yo estaba frente a un sandwich de jamón y queso y una compañera me dijo: "Entrale al jamón y queso como loca".

Experiencias
Después de estar rodeada de hombres en un canal de TV pasé a trabajar a Infobae, la página de internet. Allí, había muchas mujeres, algo que me puso muy contenta. Yo no lo podía creer: al fin hablaba de chicos, de citas, de problemas de pareja, de ropa, de recetas de cocina... Me duró cuatro meses: no bien me llamaron del diario Perfil, renuncié y me vine para acá. Soy la única señorita entre nueve muchachos.

En estos casi seis años de trabajo escuché cosas increíbles, del tipo: "¡Qué bien garché anoche!" (así, con signos de admiración). Y ayer me acordé de una anécdota personal. En 2003 fui a cubrir un partido entre Colegiales y Cañuelas. Ganó Colegiales y con ese resultado, si mal no recuerdo, accedió a un reducido o algo así. Yo terminé mi cobertura haciéndole una nota a la figura de la cancha: fue en el vestuario y el hombre en cuestión estaba completamente desnudo. Después, ya en el diario, me dieron 15 líneas. No salió una sola frase de esa nota. Mi papá, por supuesto, todavía no lo sabe.
Editado: el futbolista era Pablo Cameroni.

lunes, 30 de junio de 2008

MI AMIGO PABLITO (¡Feliz cumpleaños!)


Es raro lo que voy a contar, pero soy amiga de Pablito Ucha mucho antes de conocerlo.

Yo era pasante de Clarín, cuando un día vinieron tres ex pasantes al diario, de visita. Después supe que se trataba de Pablo, Mariano y Sole.

Sólo hablé con Mariano, con quien ya había cruzado algunas palabras. Pablo estaba ahí, a un costado, flaquito, con su pelo largo, con sus ojos de hombre bueno... Con su remera de Divididos.

¡Justo una remera de Divididos tenía! Esa era mi banda favorita por ese entonces. Ahí lo supe: ese chico sería mi amigo. ¿Más? cuando era lectora, una vez me había llamado la atención una nota color sobre Laferrere, un club del ascenso. La firma: un tal Pablo Ucha Olmedo.

Después trabajamos juntos y, la verdad, la pasamos muy bien. Yo vi cómo él crecía en la empresa; y él vio cómo mi situación laboral iba hacia abajo, hasta que me echaron.Hoy es el cumpleaños número 27 de Pablo, que será Pablito (así, en diminutivo) de por vida.

Creo que si soy amiga de él es porque me doy cuenta de que, pese a que todos lo ven como alguien buenísimo, en realidad es tan hijo de puta como los demás.

Cuento una anécdota: una vez íbamos en su auto, bastante rápido. De golpe, se cruzó alguien, a quien Pablo tuvo que esquivar. Lo hizo y después dijo: "Dale, gordo de mierda". Ahí lo tienen al bueno de Pablo, burlándose del exceso de peso de un pobre tipo.

Aclarado esto, quiero decir que Pablo es mi amigo porque sé su clave del cajero, porque me saca pasajes aéreos con su tarjeta de crédito (y no me reclama el pago), porque aprende a tocar con la guitarra los temas que a mí me gustan, porque yo sola sé que es tan autoexigente que es capaz de contar que ganó un premio, y no que se anotó para participar del concurso.

El es, en parte, responsable de mi madurez musical. Ayer estuve a 20 centímetros de Spinetta (su ídolo, que ahora me gusta a mi también). Pensé que el mejor regalo para Pablo era un autógrafo suyo. Pensé en pedirle a Luis que firme "para Pablito". Pensé muchas cosas con la birome y el cuaderno en la mano, pero no lo pude conseguir.

Tengo mil cosas para decirle a Pablo y a los demás sobre él, pero no me quiero extender. Además, si su noviecita lee esto, quizá se ponga celosa.

Hay tres cosas muy buenas que tiene nuestra amistad: los mails que nos mandamos cuando nos vamos de vacaciones (rememorando a las ya extintas cartas en papel), lo compañero que somos para ir a recitales (una vez preferimos ir a ver a Andrea Prodan, en lugar de asistir al show de Rod Stewart, para el que teníamos entradas gratis), y el hecho de que no nos gusten las fiestas a las que nos invita Mariano.

Para sus cumpleaños, siempre le escribo versitos. El me metió en esta joda de los blogs, así que ahora lo hago en este pequeño espacio.

Estoy harta de que me digas pendeja
Pero no puedo emitir ninguna queja
Es que no debo, nada me deja
Y además temo que esto lo lea tu vieja.

Este cumple viene con cambios
Hay que decirlo, rima con escabios
Y eso que ya no quedan resabios
Del periodismo que hacías hace unos años

Ahora vivís solo y hacés cine
Mejor que ahí yo no me arrime
Guarda, quizá me acerque a fumar un pucho
O a decirte... Pablito, te quiero mucho.

viernes, 27 de junio de 2008

EL CLUB DE TOBI


Para aquellos que piensan que dos violines, una viola y un violoncello pueden resultar aburridos, o simplemente los relacionan con música solemne, ahí están ellos: el Club de Tobi.

Se trata de cuatro músicos uruguayos, de un cuarteto de cuerdas que –pese al número y a los instrumentos-suenan por momentos como una potente banda de rock (¿o acaso son eso?). Hacen versiones de temas populares con dieciseis cuerdas. Ni más ni menos.

Los fui a ver con mi amiga Ceci, con quien también los escuché por primera vez, en un hostel en Cabo Polonio. Jamás me voy a olvidar de aquella noche, no sólo por haber escuchado a esta banda fuera de lo común: esa noche los oímos mientras mirábamos cómo un chico le cocinaba a su novia unos fideos con una salsa con verduras que tenían una pinta increíble. Comentamos con Ceci: “Imaginate que tenés un novio así… Te cagás de la risa”. Lamentablemente, pese a que nos habíamos ilusionado, no nos convidaron. Y no sólo eso: le tuvimos que pedir prestado shampoo a la minita y nos dio un producto de porquería…

En fin, ayer tocaron en el IFT, un muy lindo teatro que yo no conocía y que está en el Abasto. Como llegamos temprano, pudimos recorrer un poco el barrio.

Es raro el Abasto: mezcla bohemia con esa expresión gigante de capitalismo que es el shopping.

El pasaje Carlos Gardel tiene una pensión que parece linda de afuera, pero que adentro no lo es; y al mismo tiempo tiene una tanguería que se llena de extranjeros. Algunas de sus calles están bastante sucias y parecen algo peligrosas; y por otro lado también hay bonitos PH y un hotel alojamiento con una palmera en la puerta que parece que está bastante bien. No averiguamos el precio.

El Club de Tobi tuvo una convocatoria bastante buena. En su mayoría, gente joven. Arrancaron medio timidotes: yo creo que es típico de los uruguayos que vienen a Buenos Aires, me parece que esta ciudad los abruma un poco. Después se soltaron, bailaron e hicieron bromas.

No es fácil ir a ver a una banda instrumental, es cierto. Pero estos chicos hacen cosas muy interesantes. Sueltan temas dulces, como las versiones de Promesas sobre el bidet o Canción para renacer, de Eduardo Mateo. Otras fuertes, como Foxy Negro, de Jimmy Hendrix y Rúben Radan (así, con tilde, como lo dijeron ellos) o La Bestia Pop, de Los Redondos. Y cerraron con un tema divertido: Start it up, de Bob Marley.

Hubo invitados para algunas canciones: un tal Buscaglia en la percusión y un tal Sergio en el saxo, que bailó a lo loco. A mi me hizo reir mucho y a Ceci la enamoró toda. Pensándolo bien, últimamente Ceci se enamora mucho de gente que supera los 45 años.

El Club de Tobi ya tiene a Marimbondo, su tercer disco, en la calle. ¿Quieren escucharlos? Pueden hacerlo acá y también acá.

viernes, 20 de junio de 2008

UN TAL FRANCO




Cada persona reacciona diferente ante las necesidades, pero evidentemente este chico Franco está urgido de una compañía femenina.

El documento fue entregado en la línea B del subte, el que hace el recorrido Leandro N. Alem-Los Incas. Y Franco no se lo daba a cualquiera. En este caso seleccionó a mi amiga Pao. Ante mi pedido de calificación de la belleza del muchacho, Pao contestó: "Menos cuatro".

Quienes vieron el papel rieron a lo loco. Algunos dijeron que se trataba de un violador. Otros lo catalogaron como un pobre tipo.

Una vez, en invierno, le conté a mi abuela Kika que tenía frío en mi casa nueva. Lo hice antes de comprarme la estufa. Y le dije, en chiste: "Quizá publico en los clasificados que busco un chico para hacer cucharita. Quién te dice...".

Esto es tremendo. Imagínense al pobre Franco, redactando estas líneas, con esos errores ortográficos, de acentuación. Imagínenselo llevando ese papelito a la imprenta, pidiendo quién sabe cuántas copias, preguntando cuánto le sale.

Yo quizá le paso el teléfono a una psicóloga amiga, para que lo llame y se ofrezca a atenderlo. Si es que no me cruzo antes con Franco y me da este volante...

martes, 17 de junio de 2008

PUFFFFFF


Estoy yendo al psiquiatra, me da pastillas. Voy dos veces por semana al psicólogo. La verdad, soy hiperquinético, no puedo parar un segundo. Y la cabeza me trabaja a mil. ¿Si conozco a Luciana? Sí, fue mi novia por dos años. El otro día la vi a la madre. Tuve unos quilombos con esa familia: la madre se creía que yo tenía onda con ella.

Vos sos linda, yo no. Vos sos buena mina, yo no. ¿Si fumo mucho? Y… sí. Fumo un paquete por día. Tengo una personalidad adictiva. Por eso, por ejemplo, no tomo cocaína. Porque encima de que soy acelerado, eso me levanta más, ¿viste?

(…) Una vez salí con una mina que me pegaba.



Realmente hay gente que se vende muy mal en la segunda –y última- cita.

jueves, 12 de junio de 2008

YO ME AMO, YO ME ODIO (DAME MAS)


Entrevisté al ex tenista José Luis Clerc, más conocido como Batata. Le dicen así desde que era chiquito. El apodo surgió por su físico: era petiso y gordito. Batata le quedaba bien.

De todas las personas que conocí en mis 25 años de vida, Batata es el hombre que más se ama a sí mismo.

Batata dijo: “Batata es buena persona, Batata viene de una familia de clase media, siempre la luchó, Batata es humilde, Batata tuvo siempre los pies sobre la tierra, Batata no es egoísta ni envidioso”. Dijo también: “Bien flaca, eh. Buena nota. Batata te dijo cosas que nunca dijo”. Todo en tercera persona.

Lo llamativo fue que Batata estuvo frente a la persona que más se odia a sí misma (que vengo a ser yo).

Me hizo acordar a frases mías: “Ayelén es una boluda. Pierde la billetera tres veces por año. Ayelén es una tarada: no madura y comete siempre los mismos errores. Ayelén es una forra: siempre deja todo para último momento y sufre por eso”.

En el medio de estas dos personas (el título de este post podría haber sido “Batata y yo”), hubo un grabador, que fue testigo de esta dualidad durante casi una hora. Mejor me pongo a desgrabar.

martes, 3 de junio de 2008

PEQUEÑO MANUAL DEL VAGO


Yo soy tan vaga que sería incapaz de hacerlo, aunque estoy segura de que sería un gran negocio. Pero voy a aprovechar este espacio para enumerar algunos ítems, característicos de la vaga/o.

I.- Toda vaga sabe que el primer mandamiento es delegar: dar toda responsabilidad por mínima que sea a los demás, y quedarse con nada para hacer.

II.- Aceptar desde un principio que lo que se tiene que hacer, no se llevará a cabo. Entonces, el tiempo que se usa para pensar en esa obligación, aprovecharlo para otra cosa. Por ejemplo, pensar en nada (otra de las cosas favoritas de la vaga).

III.- El vago puede dejar la cama sin hacer, los platos sin lavar, puede guardar tierrita debajo de la alfombra (y los culposos como yo sufrirán esto, sabiendo de antemano esta consecuencia).

IV.- Una vaga puede tener una idea genial (hace tan poco que tiene mucho tiempo para pensar y de hecho suelen ocurrírsele), pero nunca la llevará a cabo.

V.- Un buen vago no disimula su vagancia: eso le demandaría esfuerzo.

VI.- Un buen vago puede quedar sin pareja por siempre si el hecho de conquistar a la persona que le gusta le lleva un (minúsculo) desgaste.

VII.- Un vago puede dejar la tele prendida toda la noche si la está mirando desde la cama y se dio cuenta de que olvidó el control remoto en otra parte de la casa.

VIII.- Un buen vago puede quedarse callado cuando tiene tanta pachorra que ni siquiera siente ganas de emitir sonido.

IX.- Un buen vago olvida el celular en su casa y no retrocede ni tres pasos para buscarlo. ¿Volver a hacer algo? Nunca, jamás.

X.- Un buen vago puede no salir con un chica/o que vive lejos de su casa. O, al contrario, puede elegir salir con alguien que viva bien lejos para verlo pocas veces (el exceso de cariño también da vagancia).

XI.- Un buen vago no debe comprarse una cámara digital. ¿Bajar las fotos a un CD, llevarlas a revelar, ir a retirarlas? Puf... ¡Cuántas responsabilidades para una sola cosa!

XII.- Un buen vago tiene su pequeño mandamiento sobre la siesta:
Ama a la siesta por sobre todas las cosas.
No tomará el nombre “siesta” en vano.
Santificará las siestas.

jueves, 29 de mayo de 2008

CULPA




La chiquitita de la foto se llama Elsa, pero yo le digo Elsis. Llegó a mi a través de un mail: alguien publicó en el trabajo que la regalaba, y yo la quise.

A propósito, quiero citar a Claudio, un (gran) compañero del diario, autor de la frase: "Los perros no se compran". Quizá con el tiempo alguien se refiera a él como uno de los pensadores del Siglo XXI.

Lo cierto es que en este último tiempo -y no sé por qué- he cambiado la "cuestión sensibilidad". Me conmueven cosas que antes me resultaban insignificantes. Por ejemplo, una perrita.

El tema es que, por cuestiones de tiempo, la dejé en lo de mis padres, a 30 kilómetros de mi casa. Y me mata la culpa. Cada vez que pienso en ella, recuerdo casos de bebés dejados en la cuna en la puerta de alguna casa; casos de madres jóvenes que delegan el cuidado de sus hijos en sus padres (es decir, los abuelos de la criatura); casos de bebés que quedan en un hospital porque alguien se escapa; o, peor, casos en los que los padres no les dan bola a sus chicos y hacen la suya.

Pienso en Elsis y me siento como una madre abandónica. ¡Ah! Y encima no me hago cargo de su comida.

lunes, 26 de mayo de 2008

ASUNTOS DE FAMILIA

Papá: Ayer vino mi hermano a visitarme.
Yo: ¿En serio? (papá y tío no se llevan del todo bien)
Papá: Sí. La semana pasada había venido dos veces.
Yo: Qué buena onda, no?
Papá (fastidioso): Qué se yo. La verdad, mi hermano y yo nunca nos entendimos. Y no lo voy a entender. Somos diferentes, pensamos diferente, actuamos diferente.
Yo: Papá... A mi me pasa lo mismo con vos y sin embargo estoy acá, escuchándote y compartiendo el almuerzo.

Papá se quedó callado, fumó un cigarrillo mientras mamá y yo hablábamos de otra cosa. Se levantó, se fue. Volvió a los 10 minutos.

Papá: Puede ser, pero yo no puedo. No puedo, la verdad que no puedo.

El nivel de aceptación que está teniendo mi papá sobre nuestras diferencias me está preocupando un poco...

martes, 20 de mayo de 2008

VOLVER AL PASADO: HOY, LA SECUNDARIA


Pertenezco a la camada de Egresados 2000, y formé parte de un pequeño grupo que egresó del colegio Naciones Unidas de Monte Grande.


El Naciones es el mejor secundario estatal de la ciudad, aunque según me cuentan su nivel empeora año a año (quizá como la educación en general). Iba al turno mañana, en una época en la que ir a esa hora al Naciones era soportar la dictadura de una jefa de preceptores que se llamaba Laura (no recuerdo el apellido).


Laura era tremenda: a las chicas nos obligaba a "llevar el pelo recogido" (así decía ella), a usar el guardapolvos por la rodilla: si no cumplías, no te dejaba entrar. Ah! Y tampoco podíamos ir pintadas. Con los hombres la exigencia era similar: el pelo atado para los que lo usaban largo y estaba prohibida la barba.


Mi grupo de amigas se formó en segundo año y estaba integrado por Vero, Melina, Tuki y yo.
Vero era la más remolona del grupo: era vaga y los fines de semana no se despertaba antes de las 4 de la tarde. Le gustaba mucho comer –eso no cambió- y por eso para nosotras es La Gorda (aunque en realidad no es gorda). Siempre estuvo de novia… De hecho, fue madre a los 20 años. No fue una alumna destacada, pero le puso garra.

Melina era la más colgada. Uno estaba hablando y ella estaba en cualquiera, en su mundo. Llegaba tarde siempre, a todos lados. Era inteligente: leía y le iba bien. Y se hacía los mejores machetes del mundo. Hacía de todo: estudiaba piano, inglés, entrenaba atletismo en el colegio y también con los "ponjas" (así llamaba ella a la colectividad japonesa a la que pertenecía, ya que su abuelo era inmigrante). Era casi tan tímida como Vero, pero nunca tenía novio.

Tuki era graciosa (y su risa también lo era). Era extremadamente ordenada y prolija; y subrayaba todo con colores. Borraba con Liquid paper, pero no lo prestaba porque no quería que se le gaste. Su belleza le traía frutos: era a la que mejor le iba con los muchachos y ganaba cada vez que salíamos a bailar.

En ese tiempo nos divertíamos barato. En el boliche (se llamaba Boxer; ya no existe más) jugábamos a muchas cosas: a ver quién se transaba al pibe más feo, a ver quién tocaba el mejor culo y se "vengaba" de los chicos que se lo tocaban a las mujeres…

Todas llevábamos un peso para comprarnos algo en el recreo. Todas. Un peso. Una moneda. Nada más (y a veces era menos). Recurríamos casi siempre a las mismas cosas: alfajores Guaymallén o Capitán del Espacio, paquete de palitos, un juguito Baggio, Naranjú, algún heladito en verano... Hubo una etapa en la que las hamburguesas de McDonalds costaban 40 centavos los lunes: con Melina nos guardábamos las monedas y nos comíamos una camino a casa.

Todo esto viene a cuento porque el domingo nos juntamos y, además de los cambios personales, noté un crecimiento: ocho años después cenamos sushi en las Lomitas, algo así como el Palermo Hollywood de Lomas de Zamora. La pasamos muy bien.

jueves, 15 de mayo de 2008

EL TERAPEUTA


Esta semana surgió otro rumor, aunque un poco más heavy que el del Indio Solari y Karina Rabolini. Se trata de un rumor que está rodeado también de un tinte más real, teniendo en cuenta la actualidad del país: ¿se viene un nuevo corralito?


Marcelo Bonelli habló de esto anoche, en A dos voces. Dijo que la versión "eztaba zirculando (así habla él, con z) a travéz de cadenaz de mailz" y "charlaz de café entre emprezarios y medianoz ahorriztaz".


De golpe, de un momento a otro, se vio cómo un periodista mutó en un cuasi psicólogo.


"Pero ezto no ez pozible, porque bla bla bla bla. AZI QUE LOS AHORRIZTAZ QUEDENZE TRANQUILOZ: NO VA A HABER UN NUEVO CORRALITO"


Bonelli (el psicólogo que tranquiliza a la gente) dixit.

sábado, 10 de mayo de 2008

RUMOR

Dos ambientes completamente opuestos podrían haberse puesto en contacto, en algún instante cercano en la historia. Se trata del mundo del rock y del mundo de la moda. No sería la primera vez que estos dos ambientes se unen, claro está, pero nos referimos a dos peso pesados: Carlos "El Indio" Solari y Karina Rabolini.

Líder y frontman de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, de un lado; modelo, conductora, empresaria y mujer de Daniel Scioli, por el otro. En el medio, el amor, acaso sexo, acaso algún beso apasionado.

La prueba: segmentos de la canción "Tarea fina", del disco "La mosca y la sopa". A saber:

Quemando la turbina te escapás. ¿Vas a volver a herirme otra vez?
Vas a vivir en el delta en un lanchón, buscando de que reír.
Con las piernas más bonitas, las más lindas piernas que vi.

Más datos: el disco en cuestión es de 1991. En ese año, el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires estaba en Estados Unidos, donde ganó el título de campeón mundial de Superboat. Lejos de la política, era una época en la que triunfaba en la motonáutica. Por ese entonces, ya tenía sólo una mano.

Además, según fuentes cercanas al grupo, el motor que se escucha cuando comienza el tema, sería de una lancha y no de un auto.

P.D.: gracias a Germán por la información.

miércoles, 7 de mayo de 2008

PIRINGUNDIN



La reunión seguía su marcha en Villa Crespo. Después de comer bondiola a la plancha con papas y ensalada, las chicas charlábamos a lo loco. El tema: los anhelos. Pero no cualquier anhelo, o esos ideales como "formar una familia" o "tener trabajo, dinero y amor". No. Esto era en serio. Hablábamos de esas cuestiones mínimas que para la vista de cualquiera pueden ser algo insignificante o ridículo, pero que para uno representa la felicidad. Ni más ni menos: representa un ideal.


Florencia, Flori para todas, es, después de esa charla, mi amiga más delirante. Jugueteó con que no sabía, con que era un tema muy difícil, con que le parecía que ella no tenía ninguno, con que una vez había pensado algo... Lo dijo: "A mi me gustaría tener un piringundín".


No tiene sentido que yo me esfuerce en pensar cómo relatar lo que contó Flori, así que reproduzco su discurso.

"Sí, chicas, un piringundín... Es algo que siempre quise. A mi me gustaría ser la dueña, la madamma. Estar ahí y manejar todo. Ser como la señora del lugar, con una boa en el cuello. Y cuando venga alguien, decirle: ‘Mirá esta nenita que linda que está... Mostrá, mostrá el culito, nena’.

Eso sí: no tendría cualquier gato, eh. Tendría yiros caros, viste. Una onda Daniela Cardone, bien para arriba. Daniela Cardone cuando arrancó, eh. Como las que están ahora en la tele, en el programa de Tinelli. ¿O ustedes dónde creen que esas arrancaron?

¿En qué lugar quedaría? No, no sé, no lo pensé. Va a ser como un bar, pero van a estar las chicas... Va a haber una barra para tomar algo, para picar algún que otro canapé. Yo no voy a estar con nadie, me parece. Además, imagínense que voy a manejar minas de categoría... Y con las chicas que va a haber, los tipos a mi ni me van a dar bola. Ellas me van a pasar el trapo.

¿El precio? No sé, chicas, no tengo las tarifas... ¿Vieron como alquilar un taxi? Bueno, con las putas es lo mismo. Les tiro un número: pónganle que les cobro 100 pesos. Las minitas trabajan hasta saldar eso y después, lo que les queda, es todo para ellas. Y si se quieren quedar más horas, lo pueden hacer, todo bien... Pero bueno, de acá a que todo esto se dé, ¿saben el tiempo que puede pasar?"

En fin, Flori en realidad no nos habló de su anhelo, sino que nos contó su proyecto.
Y merece un post aparte. En la próxima entrega habrá más anhelos (esta vez un poco más normales).

sábado, 3 de mayo de 2008

MONOLOGO FRENTE AL DESPERTADOR

(Aclaración: tengo uno que tiene un botón que cuando uno lo presiona vuelve a sonar a los cinco minutos)

Viernes
7.30 AM
Basta, callate.

7.35 AM
Callate. En serio te digo.

7.40 AM
¿Por qué sos así? ¿Por qué? ¿Sabés lo que sos? Sos un injusto de mierda.

7.45 AM
Forro.
Sos un forro.
7.50 AM
¡Ya sé! ¡Ya sé que es la hora! Pero estoy cansada, ¿no me ves?

7.55 AM
Te odio, hijo de puta. Te odio.

viernes, 2 de mayo de 2008

ADES TIEMPO (Un tema de la Bersuit para esos días...)


Llegando cuando todos se retiran, espiando cuando la acción terminó, juntados flores que ya están marchitas, blasfemando cuando una te salió...

Desnudándose a cuarenta bajo cero, llorando cuando el aire se rió, boludeando cuando hay que estar bien serio, festejando un cumpleaños que hace tiempo ya pasó.

Haciendo cuentas justo en pleno beso, rechazando cuando hay que hacer un gol, bailando un twist cuando hay que estar atento, ¡no se puede vivir así mi corazón!

Voy yendo a contraluz, desperdiciando mi alma a destiempo. Siempre cargué esta cruz

Desesperando en la alegría, oscureciendo fantasías, torciendo mi destino siempre a contraluz.

Durmiendo cuando la tregua termina, despertando cuando el mundo se durmió, programando cuando el azar se libra, ofreciendo lo que nadie quiere y nunca pidió.

Haciendo hacia la nada lo correcto, apagando un incendio con alcohol, corriendo cuando hay que saltar bien lejos, ¡no se puede así vivir, mi corazón!

lunes, 28 de abril de 2008

PREOCUPACION

El oso panda, los koalas, las ballenas, las canchas de padle, los parri pollos… Según mi fin de semana, puede ser que estemos ante una nueva especie en extinción: la provoleta.

Ya había hecho el pedido a mi familia, previo al asado dominguero con mis padres y mi hermano. Quería comer provoleta. La semana anterior lo había mencionado y mi solicitud no se había cumplido, pero imaginé que era por una cuestión económica.

Parece que no. Llegué y, otra vez, no había. Mi mamá me dijo que no había conseguido. No puede ser, pensé. Y salí con el auto a buscarla.

Recorrí todo (TODO) Monte Grande y no encontré. ¿Qué pasa con la provoleta? ¿Está en extinción? Suplico a quien sea que esto no ocurra.

Pero la duda me carcome. Hoy entré a mercadolibre.com.ar: aparece una. “Queso Provoleta Argentino Don Evaristo”. Según informa la página, el vendedor es de Capital Federal y la cobra 25,99 pesos argentinos. Se trata de piezas de 3,5 kilos y porciones para cocinar. Las lleva a domicilio.

¿Será la única, la última? Por las dudas, ya estoy llamando. La oferta finaliza en dos días.

viernes, 25 de abril de 2008

PIOJOS


En 1998 yo tenía 16 años y en mi casa no había cable. Los fines de semana iba a visitar a mi tía y a mis primos y ahí vi por televisión un video en un canal de música: era grupo de muchachos vestidos como cavernícolas girando alrededor de un fuego y golpeándose el pecho. "Fasolita querido; a ver cuándo venís por acá", cantaban. Fue la primera vez que escuché a Los Piojos, que por ese entonces ya tenían su tercer álbum (Tercer Arco) en la calle.

El lunes fui a verlos, esta vez en vivo: pasaron 10 años de aquella primera imagen y hay en el mercado seis discos más. No tengo ninguno en mi haber, aunque en la casa de mis padres debe estar el casette (¡cuánto hace que no escribía la palabra casette!) de Ritual, que me regaló para un cumpleaños un compañerito de folklore.

Fui con mi amiga Pao, una seguidora de Los Piojos de la primera hora. Justo acabábamos de prender un cigarrillo, cuando un chico se dirigió hacia ella:

-¿Me das una seca?
-Si, tomá.
-No, no me entendiste. Te pregunto si tenés una seda.
-Ahhh. No, no tengo.
-¿Y me das un besito?

Pao le dijo que no, aunque a la salida del Luna Park me confesaría que le gustó el muchacho en cuestión, un piojoso de pies a cabeza.

Ir a ver a Los Piojos fue como volver a la adolescencia. La banda ganó una popularidad tal que, sin hacer ninguna prensa, llenó tres Luna Park. Eso no sólo muestra que ahorran dinero: también suman una cantidad de fanáticos incalculable.

Y si algo tienen es que unen a gente de todos los sectores sociales. También, de todas las edades. Están los púberes con zapatillas de lona blancas y torso desnudo, los adolescentes con el tatuaje en el homóplato, los jóvenes que se quedan atrás de todo en el campo, los de 25 en adelante que se ubican en las primeras butacas; y los que van con sus hijos.

Hay que decirlo: ninguno de los músicos que integran el grupo es un virtuoso. Pero el frotman es Andrés Ciro. El cantante tiene una mirada que atrapa (una mirada de loco, que parece que en cualquier momento va a matar a todos). Es sencillo, no tiene una gran voz, pero mueve al público a su antojo. Posee la cualidad que no se compra ni con todo el dinero del mundo (y que es difícil de explicar): tiene carisma.

Andrés Ciro es ya un rockero maduro y no recuerdo una frase suya en la que haya querido llamar la atención, hacerse la estrella.

Decía que ir a verlos fue como volver a la adolescencia: con Pao saltamos durante las dos horas y media que duró el show, bailamos al ritmo de los temas viejos y actuales (Chac tu chac, Basta de penas) y nos tomamos una Coca Cola de medio litro en el trayecto a la parada del colectivo. Hasta ahí fuimos caminando muy despacito, porque nos dolían las piernas.

En medio de la multitud, cuando el calor era insoportable, nos dimos cuenta que no habíamos llevado nada para atarnos el pelo. Por suerte, Pao lo resolvió: sacó de su mochila breteles de corpiño (¿?) e improvisó unas colitas que nos ayudaron a combatir el calor.

Antes de llegar a casa tiramos una moneda para ver quién se bañaba primero. Perdí.

martes, 22 de abril de 2008

NIÑEZ (Un post todo personal)


Julieta y Micaela tienen 5 y 2 años y son, desde mi punto de vista, dos sonrisas eternas que caminan por la vida. Julieta y Micaela pertenecen al universo infantil y, en cada contacto que tengo con ellas, tienen un acto de generosidad: me incluyen en él, sin importar momento ni lugar.

Tengo que aclararlo, el amor que siento por ellas es infinito.

¿Acaso hay algo más lindo que una sonrisa? Me refiero a esa risa espontánea: estirar la comisura de los labios y mostrar los dientes en señal de alegría, de simpatía y hasta de timidez. Julieta y Micaela sonríen –me sonríen- y queda claro que no hay nada igual. Y eso que regalan los mejores abrazos que puedan existir.

Julieta y Micaela son hermanas, pero son muy distintas. Juli es morocha, tiene el pelo ondulado, come poquito y tiene un carácter bravo. Es hermosa, sí, pero rezonga, protesta, contesta y a veces miente. Es hermosa.

Juli se levanta de mal humor: el otro día la llamé y me dijo que mejor me pasaba con su mamá. “Hoy no tengo ganas de hablar”, se justificó. Toma los lápices con su mano izquierda y tiene una inteligencia asombrosa, que se basa, además, en sentimientos: cuando su abuela se enfermó, ella -que no recibió información en palabras sobre el tema- sólo se dedicó a mimarla. Era lo que su abuela necesitaba.

Podría ser entrevistadora, tranquilamente. Pregunta por qué: por qué me gusta tal o cual remera, por qué la perra Luisa se llama así, por qué vivo en otra ciudad, por qué trabajo. El otro día estaba mirando Los Simpson y me preguntó qué quería decir cambiar de opinión. Tiene 5 años.

Mica es rubia, tiene ojos celestes, el pelo híper lacio. Come mucho y es derecha. Da besos, muchos besos, todos los que uno le pida. Es la dulzura en un cuerpito humano. Es hermosa y todo la cohíbe, todo le da miedo, todo la intimida. Me da temor que en un futuro sea muy permeable. Es hermosa.

Mica es muy chiquita y parece que no quiere dejar de serlo: se demora en aprender a hablar y también en dejar de usar pañales. Al menos, sabe decir Aye.

Ser niño es tener la impunidad de poder hacer cualquier cosa. Y hacerlo precisamente con la justificación de ser niño. Cuando las veo (mucho menos de lo que quisiera) me acuerdo de lo que es jugar, inventar, crear. Y con ellas paso por diferentes profesiones: a veces soy clienta de un restaurante, a veces vendedora de un almacén, a veces maestra, a veces alumna, a veces futbolista y a veces armadora profesional de rompecabezas.

Julieta y Micaela pueden ser dos nenas como cualquiera, pero para mi, son mis soles. Son las hijas de Vero, mi hermana del corazón. Yo las amo.

miércoles, 16 de abril de 2008

¿PROBASTE CON UN YOGURT?


Cualquier país de Sudamérica resolvió mejor que Argentina el tema del yogurt bebible.

Cualquier consumidor medio de la bebida láctea lo nota, lo siente: lo padece, le duele. Cualquiera que haya viajado un poco más allá del territorio nacional, claro.

En Uruguay, CONAPROLE (Cooperativa Nacional de Productos de Leche) hizo del yogurt bebible un brebaje perfecto. En una versión delicada del tetrabrick, como se ve en la foto, el yogurt charrúa es delicioso. Y viene espeso, con pulpa de frutas. En una tarde en Cabo Polonio una amiga lo resumió mejor que nadie: "Con este todos los días te cagás de la risa", me dijo. Nos cagamos de la risa durante 15 días.

En Brasil una fábrica llamada El Holandés actuó de la misma forma, pero en formato botella. Y puso en el mercado muchos más sabores, como por ejemplo el de ciruela. Es un poco menos rico que el uruguayo y se destaca por su sabor dulce. Incluso el light puede llegar a empalagar.

Mientras, acá nos conformamos con el envase de 200 mililitros (menos de la mitad que el de medio litro) que no alcanza para nada. Si mi recuerdo no falla, alguna vez existió en el país el medio litro de yogurt. Peleemos por su vuelta.


Si Google es Dios, Wikipedia es su mano derecha. A continuación, su definición de yogurt.
El yogur (también conocido como yogurt, yoghurt o yoghourt, aunque estas son grafías no favorecidas por la RAE) es un producto lácteo obtenido mediante la fermentación bacteriana de la leche. Si bien se puede emplear cualquier tipo de leche, la producción actual usa predominantemente leche de vaca. La fermentación de la lactosa (el azúcar de la leche) en ácido láctico es lo que da al yogur su textura y sabor tan distintivo. A menudo se le añade fruta, vainilla, chocolate y otros saborizantes, pero también puede elaborarse sin añadidos.

jueves, 10 de abril de 2008

EL LADO OSCURO DE LAS COSAS

Una mochila que pesa –y mucho- puede no molestar para nada si el viaje generó satisfacciones, permitió conocer gente y reflexionar sobre historias. Pero de golpe, y dejando de lado todo lo positivo, eso se transforma en un mínimo fastidio: desarmarla y poner todas las cosas a lavar. ¿Hay algo peor? Sí. O quizá igual.
Desarmar una mochila cuando uno vuelve de un viaje es como desgrabar una entrevista: se escucha otra vez lo que se habló y, por si fuera poco, se repara en errores, en repreguntas omitidas, en datos equivocados.
Desarmar una mochila cuando uno vuelve de un viaje y desgrabar una entrevista es como levantar la mesa y lavar los platos después de haber cocinado una rica comida: con la panza llena y el corazón contento uno tiene que realizar el feo ejercicio de limpiar todo lo que usó.
Esta pequeña lista del lado oscuro de las cosas me hizo acordar a la canción de la chiva (hay que llamar al lobo para que saque a la chiva; el lobo no quiere sacar a la chiva, la chiva no quiere salir de ahí, etc.). Quizá alguien puede sumar más puntos a esta seguidilla.

lunes, 7 de abril de 2008

TODO CAMBIA


Grgrgrgrgrgrgr... ¿Cómo se escribe el ruido de un ronquido? No sé cómo ponerlo en letras, pero su sonido es horrible: es la más fea de las músicas del mundo. Estoy en Barra da Lagoa desde hace dos días -y me queda sólo uno-, en un hostel lleno de europeos. Los dueños, chilenos, son muy buena onda, pero me pusieron en un cuarto con tres ingleses a quienes, a esta altura, detesto. Roncan. Roncan mucho, roncan fuerte. Roncan tanto que te duele la cabeza. Y te despiertan. Me despertaron. Hoy, a las 8 de la mañana (¡en vacaciones!).

Desde esa hora que estoy pensando en cómo los viajes cambian a la gente. No surgió de la nada: acá conocí dos casos paradigmáticos. Hugo, un escritor polaco bastante loco, vino a visitar Barra da Lagoa por una semana. Se quedó dos, se quedó un mes, decidió quedarse a vivir: ya lleva más de medio año aquí. En este hostel conoció a Laura, una alemana bastante cuerda, que vino a visitar Barra da Lagoa por una semana. Se quedó dos, se quedó un mes, se enamoró de Hugo: volvió a su país, pero regresó y hoy vive en este lugar hermoso con su amor.

Conocí también a Gisela, una argentina macanudísima. Gisela es una trotamundos. Nació en Chapadmalal, vivió en Miramar, se fue a España a estudiar y ahí consiguió un intercambio para venir acá: usó al estudio para cambiar su vida (el estudio también puede resultar una buena excusa para conocer lugares).

Mañana regreso a Buenos Aires. Decidí que me voy a cortar un poco el pelo, voy a sacarme turno para el dermatólogo y me voy a hacer un tatuaje. Lo asumo: en Barra da Lagoa soy la más superficial de todas. Y la más cobarde: me encantaría quedarme, pero me vuelvo.