jueves, 28 de febrero de 2013

ODA A LA SIESTA

Escribo estas líneas con los ojos achinados, los rulos que arman un despeinado bastante prolijo y una raya que me recorre el cachete: es la marca que me quedó después de estas dos horas y media de siesta que acabo de dormir.

Respeto sobremanera a la gente que descansa por las tardes, que se hace el hueco para disfrutar de un instante de felicidad, que elige detener el tiempo de su cotidianidad para enterrarse en la almohada. Para mí, la siesta es placer absoluto. Y aquellos que la practican al menos una vez por semana -sépanlo, entérense ahora- son mis amigos.

Por supuesto, cada uno elige la clase de siesta que prefiere. Están los que se sienten satisfechos con una siesta breve, los que se conforman con tirarse en el sillón y dormir unos minutos con lo que lleven puesto, y estamos los que armamos una siesta como si preparáramos una comida rica en nuestra casa para la persona que nos gusta mucho.

Es así: apagamos los teléfonos, construímos un ambiente cálido, generamos un contexto que nos resulte reconfortante, nos ponemos el piyama, corremos la cortina para que entre poca luz y nos acurrucamos un poco en la cama pensando cosas lindas hasta que el sueño se apodere de nosotros. Y abrimos los ojos cuando nuestro cuerpo lo desee.

En serio, probalo. Una vez que esto ocurra, sentirás que la vida tiene sentido.

Es así, un momento mágico en el que no hay nada más importante que vos: vos y tu siesta.

Te lo digo yo, ahora, hoy, un lunes cualquiera, en el día de mi siesta y con la raya del cachete que va desapareciendo.

lunes, 18 de febrero de 2013

LAS APARICIONES DE GUSTAVO

Resulta que de casualidad un día te encontrás con Gustavo Cerati. Algo que puede pasar en una primera cita, un martes cualquiera, de madrugada, en un bar en pleno San Telmo, o mientras conversás con amigos a los que querés mucho y aparece Gustavo, de fondo y a través de un parlante, con una canción que se lleva tu atención y te hace cambiar el rumbo de la conversación para preguntar: “Che, ¿qué tema es este, tan lindo?”.

Y así, de sorpresa, descubrís que te gustan los coqueteos de Cerati con el floklore, como ese aire de zamba que es Cactus, de Fuerza Natural, o Sulky, de Siempre es hoy, un tema grabado con Domingo Cura.

jueves, 7 de febrero de 2013

SIRVIÑACO

Resulta que ahora nos creemos que vivir con alguien sin pasar por un registro civil o una iglesia es una cuestión moderna.

Pero no.

Leyendo el libro “Mujeres tenían que ser”, de Felipe Pigna, me encuentro con la historia del sirviñaco, una forma que les permitía a las parejas de los pueblos andinos convivir sin casarse. Ver qué onda, bah.

Dos personas probaban pasar tiempo bajo el mismo techo. Y si funcionaba, contraían matrimonio. Claro, esto no les gustaba a la Iglesia y al Estado español, que intentaban tirar abajo esta forma madura de ir paso a paso en una relación: se creía que si se pasaba por esta etapa el éxito matrimonial estaba garantizado. Por eso, estas instituciones catalogaban al sirviñaco como concubinato, para descalificarlo.

Jaime Dávalos y Eduardo Falú hicieron un bailecito que es precioso. Si yo quisiera manifestarle a alguien que quiero vivir con él, le mandaría esta canción por mail.

Les dejo la letra:

Yo te he dicho nos casimos,
vos diciendo que tal vez;
sería bueno que probimos
m'a ver eso qué tal es.

Te propongo sirviñaco,
si tus tatas dan lugar
pa l'alzada del tabaco
vámonos a trabajar.

Te compraré ollita nueva,
en la feria 'e Sumalao,
es cuestión de hacer la prueba
de vivirnos amañaos.

Y si tus tatas se enteran,
ya tendrán consolación,
que todas las cosas quieren
con el tiempo la ocasión.

Y si Dios nos da un changuito
a mí no me ha de faltar
voluntad pa' andar juntitos
ni valor pa' trabajar.