martes, 21 de julio de 2009

VERSIONES DE BAJAS TEMPERATURAS



El solo hecho de mencionar la palabra frío me hace encoger los hombros, pero no sólo por el significado en sí, no sólo porque se trate de algo gélido: la palabra frío es helada.

Resulta que hay diferentes fríos. El frío climático, claro, al que ya conocemos todos. Existe gente de sangre caliente que lo disfruta; hay otras que lo padecen y, peor e infinitamente triste, hay personas que se mueren de frío.

Hay tipos o tipas a los que se los acusa de pechos-fríos: son los que no tienen ese sentimiento impulsivo, esa energía para reaccionar en determinado momento. Son los que no transmiten nada, los colgados, los displicentes, los que no se inmutan, los que se puede estar viniendo el mundo abajo y los tipos o tipas ahí, como si nada pasara.

Este es un término común en el deporte. A Daniel Montenegro, un jugador de Independiente, por ejemplo, le dicen Montehielo. A Juan Román Riquelme, genialmente talentoso con una pelota en los pies, con un cerebro futbolístico al nivel del de Albert Einstein, muchos lo catalogan con ese mote. Resulta, entonces, que uno es pechofrío de acuerdo con el ojo que lo mire.

Hay personas que son frías para decidir, hay otras que son frías para enseñar, hay otras que son frías para definir, hay otras que son frías para aconsejar o para hablar. Para decir: el sonido de sus palabras es frígido.

Yo me enteré hace poco, pero hay teorías que afirman que los esquimales se fueron al frío porque, cuando llegaron desde Asia, fueron rechazados por los indios norteamericanos. Ellos se fueron al hielo, pero los helados fueron los que los relegaron. Y los esquimales se erigieron en un pueblo acogedor y pacífico.

A veces, que te digan frío representa un elogio. Y en ocasiones hay personas a las que uno quisiera congelar.

Lo peor, sin dudas, es la frialdad de sentimientos: no reír, no festejar, no conmoverse, no emocionarse, no demostrar, no disfrutar. No permitirse –o no pelear– por una vida lejos de cualquier baja temperatura.

5 comentarios:

marce / lechu dijo...

Anoche hizo frío. Frío climático. Igual, con unos amigos nos pedimos helado. Algunos dirán que estamos locos. Incluso eso pensaba yo, mientras pedía que le agregaran dulce de leche al mío. Pero anoche era el festejo semipostergado del día del amigo. Y lo que hubo fue calor humano. Por eso daba lo mismo para el cuerpo tomar helado que sopa caliente. Cuando los seis brindamos y nos abrazamos y nos permitimos sentir, quedamos inmunizados del frío.

AYE dijo...

Es que también hay fríos ricos, deliciosos, Marce. Como el helado, o los postres Balcarce, o la chocotorta. O el Fernet con Coca Cola o la cerveza (aunque a mí no me guste ni siquiera congelada).
Besos!

Etienne dijo...

El lenguaje puede ser frío también. Las cartas formales, las notificaciones, son frías y rígidas.
Los formularios son congelados. También las prescripciones y los recibos.
El encriptado del vocabulario leguleyo es témpano para mi.

Pero una postal con un par de palabritas ya alcanza para calentar el corazón!

Besos!

Nicolás dijo...

Y ahora es cuando aparece el admirador anónimo... A ver con qué nos sorprende... Después del piropo del otro día no puede bajar el nivel...

Realizado mi llamado al admirador, te digo, Ayelén, que haber comparado a Albert Einsten, una de las mentes más brillantes de la historia, con Riquelme, un tipo que apenas tiene 30 palabras en su vocabulario, es algo que no puedo compartir.

Ser frío para decidir no me parece mal. Pero ser frío en la vida, llámese los colgados, displicentes, etc, etc, etc, no me va.

Odio a Riquelme.

Pat dijo...

También:
el frío en la cabeza.
el frío recibimiento.
la comida fría.
la fría venganza.
los fríos en la cama.
los res-fríos.

Pero por suerte hay gente como vos, cálida.
Besito