Una mochila que pesa –y mucho- puede no molestar para nada si el viaje generó satisfacciones, permitió conocer gente y reflexionar sobre historias. Pero de golpe, y dejando de lado todo lo positivo, eso se transforma en un mínimo fastidio: desarmarla y poner todas las cosas a lavar. ¿Hay algo peor? Sí. O quizá igual.
Desarmar una mochila cuando uno vuelve de un viaje es como desgrabar una entrevista: se escucha otra vez lo que se habló y, por si fuera poco, se repara en errores, en repreguntas omitidas, en datos equivocados.
Desarmar una mochila cuando uno vuelve de un viaje y desgrabar una entrevista es como levantar la mesa y lavar los platos después de haber cocinado una rica comida: con la panza llena y el corazón contento uno tiene que realizar el feo ejercicio de limpiar todo lo que usó.
Esta pequeña lista del lado oscuro de las cosas me hizo acordar a la canción de la chiva (hay que llamar al lobo para que saque a la chiva; el lobo no quiere sacar a la chiva, la chiva no quiere salir de ahí, etc.). Quizá alguien puede sumar más puntos a esta seguidilla.
El flaco que tocaba la guitarra (invisible)
Hace 15 años
1 comentario:
es como ordenar el baño luego de una ducha refresacante, despues de haber estado a las corridas todo el dia...
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