viernes, 27 de mayo de 2011

RECUERDO DE UN DIA MARAVILLOSO


La voz de esa mujer me volvía loca. La perturbación era tal que yo, en el medio de la oscuridad de vaya a saber qué lugar, me desesperaba por tratar de observarla. Pero no: todo era negro. Y sólo me llegaba el sonido de esa voz.

-Noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno.

Giraba en la cama, debajo de las frazadas de mi plaza y media. Mi cabeza de un lado a otro, mis ojos que no podían abrirse, yo que sabía que mi hermano estaba ahí cerca. Pero no, no me podía despertar.

-Noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno, noventa y uno.

De golpe y quizá por la reiteración de esta mujer que se entrometía en mi descanso para decirme sólo un número, me tranquilicé. Ya en calma comencé a prestarle atención. Y la soñé, en el sueño: la imaginé como una mujer de unos 40 años, de pelo castaño, que no tenía ningún interés en mí, pero que me daba esa información. Y nada más.

-¿Catorce?
-No, noventa y uno.
-¿Veinticuatro?
-¡No! Noventa y uno.
-¿Quince me decís?
-¡Nooo! ¡Noventa y uno!

Ese día amanecí más temprano que de costumbre. Hacía frío. Y yo no tenía nada para hacer: ni una sola hora de ocupación. Llamé a papá y le di las instrucciones. No era una actitud habitual y sin embargo no me preguntó absolutamente nada.

A eso de las 13, me senté frente a la tele. No fui al sillón, como de costumbre. Me acomodé en una silla, en primera fila. Hasta que escuché cómo la locutora de Crónica cantaba:

-Noventa y uuuuunnnoooo.

Primer lugar en la lotería nacional matutina. Justo llegó mi hermano y detrás suyo papá.

-¿Le jugaste?
-Sí.
-¿Cuánto?
-Un peso.

Mi recuerdo de un día maravilloso se remonta a una jornada en la que me gané, así de fácil, setenta pesos.

1 comentario:

Tomás dijo...

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