miércoles, 3 de noviembre de 2010

MACHO, COMO PARRILLERO URUGUAYO


En el Mercado del Puerto, en la querida Montevideo, entre parrillas ubicadas verticalmente, circula el mito. Allí, no cualquiera se sitúa detrás de los mostradores, no cualquiera es capaz de manejar las tiras de asado, los pollos y las achuras.

Conseguir vestir el delantal o enfundar el cuchillo, hacerse cargo del asado, requiere muchos atributos, pero necesita uno específico: quien quiera trabajar ahí debe ser macho.

Los asadores del Mercado del Puerto son robustos, vigorosos, fuertes, enérgicos, bravos: varones. Y guarda con que una muchachita quiera pagar la cuenta si en su mesa también hay hombres: el parrillero uruguayo resolverá la disputa de sexos y sólo le aceptará el dinero al caballero.

Los parrilleros uruguayos son machos, se ve que esa es una característica que deben tener sí o sí en el currículum. Se mueven en la cocina como bailarines fornidos, sirven los braseros con determinación y se gritan entre ellos cada pedido. Y lo hacen de tal forma (la voz alta, afinada, la boca hacia un costado) que un parrillero uruguayo es un proyecto de murguero hasta que se demuestre lo contrario.

A nosotros nos sirvió Juan, el de la foto. Si yo fuese hombre no me pelearía con él ni aunque me atendiera mal o no me prestara atención cuando lo llamo. Si vas, te puede tocar cualquier otro. No importa, todos reúnen las mismas particularidades.

Ah, y se come de puta madre.


Foto: Cecilia Camporeale © 2010.

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