-¡Feliz cumpleaños, papi! ¿Cómo la estás pasando?
-Ah, hola. Gracias. Acá, laburando. Es un día más. Hoy hace calor.
-¿Cómo lo vamos a festejar?
-No, no. Yo no quiero festejar nada. No hay nada que festejar. No quiero regalos, no quiero que venga nadie. No quiero nada.
-Ah, hola. Gracias. Acá, laburando. Es un día más. Hoy hace calor.
-¿Cómo lo vamos a festejar?
-No, no. Yo no quiero festejar nada. No hay nada que festejar. No quiero regalos, no quiero que venga nadie. No quiero nada.
Rezongó. Lo llamé y rezongó. Una vez más, que podría ser una por año, pero que en su vida es una vez por día.
El Gordo Ramón cumple 61 años. El no sabe que es un gran protagonista de este blog y que varias personas se están fanatizando con su persona. Esas personas piensan que su persona es un personaje. Pero en realidad no.
Hace un tiempito le habló de mí y de mi hermano Andrés. Le habló, casualmente, a la novia de mi hermano Andrés.
-Todo lo que nosotros hacemos (acá la incluyó a la Gorda Marta) es para ellos. Todo. Todo esto es para ellos, para los chicos. Lástima que ellos...
-¿Ellos qué?, preguntó Flavia
-Y... Ellos son muy desordenados, viste. Dejan toda la ropa tirada, no les importa. No les gusta el orden, la disciplina. Yo trabajaba todo el día todos los días. Y mis cosas estaban impecables. Ellos son vagos, no les gusta el laburo. Un desastre.
-¿Ellos qué?, preguntó Flavia
-Y... Ellos son muy desordenados, viste. Dejan toda la ropa tirada, no les importa. No les gusta el orden, la disciplina. Yo trabajaba todo el día todos los días. Y mis cosas estaban impecables. Ellos son vagos, no les gusta el laburo. Un desastre.
Rezongó. Lo llamé y rezongó. También el día de su cumpleaños. Me contó que mi mamá le regaló una camisa, pero que no hay que gastar plata: la mandó a que la devuelva. No importa. Yo lo quiero igual. Me voy a festejar el cumpleaños del Gordo Ramón (aunque todavía no sé cómo). Un beso para todos.