viernes, 21 de marzo de 2008

PRINCIPE DEL MANICOMIO


Claudio Tamburrini fue una de las pocas personas que volvió de la desaparición. Era arquero de Almagro, fue secuestrado por la dictadura, se escapó de la Mansión Seré. Apareció.
Ayer estuve con él, en unos de esos gustos que te da la profesión (y que se dan cada tanto, como para mantener el entusiasmo). Claudio impacta: desde su imagen pero, sobre todo, desde sus palabras. Lo pensé una y mil veces. Incluso después de una pesadilla, a las cinco de la madrugada. No hay ninguna posibilidad de comprender por qué una persona que pasó por lo que pasó piensa de determinada forma.

Dice que el espanto lo formó. Dice que, si volviera a vivir, elegiría pasar por lo mismo. Otra vez. Dice que lo que hay que tratar de hacer es romper el pacto de silencio que sigue vivo entre los militares: "¿Dónde fueron a parar todas las víctimas?", se pregunta. Y dice que para eso, incluso, utilizaría la reducción de penas para los culpables, como negociación. "Si no, no entiendo para qué se reabren las causas, 30 años después".

La profesión también me permitió (me dio el gusto de) conocer a Marcelo Rodríguez, el periodista con quien hice la nota. Intentamos los dos buscar porqués, después de la charla con Claudio. ¿Para qué? Si Claudio va más allá... Siente, piensa, analiza, reflexiona. Y ya utilizó todos esos verbos en pasado. El lunes se cumplen 30 años de su fuga.

1 comentario:

Inés Lerda dijo...

"Difícil de creer, difícil de explicar", como nos canta el Cuarteto de Nos.
Creo que estos son los momentos -los que te dan la posibilidad de cruzarte con gente tan interesante, y no lo digo sólo por Claudio Tamburrini, sino también por vos, chiquita- en los que celebramos haber elegido ser parte de la gran mentira que es el periodismo. ¿No?