sábado, 16 de octubre de 2010

LA GORDA VERO

La chica de azul es mi amiga desde los 13 años. Y desde que tenemos 14 yo le digo “la gorda”. La Gorda Vero. Quiero que quede claro que se trata de un apodo cariñoso: hago referencia a sus kilos de ternura.

Porque no era ella sola la que se comía todo, la que aparece toda cachetona en las fotos de la secundaria. Yo también tenía los míos y entre ambas juntábamos las monedas para armarnos una mini picadita en los recreos: chizitos, palitos, papitas y, si alcanzaba, un juguito Baggio.

A la Gorda nunca le gustó hacer ejercicio, eso sí. Para estar con su grupo de amigas quiso anotarse con nosotras en atletismo… Claro, nosotras estábamos en Atletismo I, pero cuando ella dio la prueba la mandaron a Atletismo III. Y sufrió tanto para aprobar la materia que después se pasó a Vóley V.

Hoy en día, con 28 años, hace actividades de vieja: sale a caminar por el parque o anda un poquitito en bicicleta.

La Gorda Vero es tan buena que se encarga de sus hijas, de su marido, de sus amigas y asiste a su familia cuando alguno de ellos atraviesa momentos difíciles.

Tan, pero tan buena, que siempre cubrió a Alicia, su mamá, cuando todas las tardes se escapaba al bingo de Lomas. “¿Dónde está tu madre?”, preguntaba Edgardo, el papá. Y ella contestaba que no sabía, que quizá había salido a hacer compras.

Tan, pero tan buena, que se ríe cuando su hija Julieta le repite algo que yo le metí en la cabeza a la nena: “Mamá terminó la secundaria porque se sentaba con vos, ¿no tía?”.

Tan, pero tan buena, que todos los días me llevaba a comer a su casa, consciente de que en la mía me iba a tener que cocinar yo. Gracias, Gorda, por compartir conmigo esos mediodías de milanesas, esas tardes de café con leche y facturas, esas noches de pizzas caseras.

Tan, pero tan buena, que yo sé que si tuviera hijos y quisiera engañar a mi pareja, ella me los cuidaría. Y no me preguntaría nada (y esto responde a un chiste interno, eh, nada de fobias a la pareja).

Ojo. Perfecta no es. Y tiene raptos de egoísmo. Por ejemplo, les compra helados grandes a sus hijas para ella tomar lo que las chiquitas dejan, además del suyo. O cocina cosas que sólo le gustan a ella, para comérselas todas.

“Yo muy lento voy remando”, leo en el mensaje personal de su MSN. Casi una declaración de principios de alguien que logró todo lo que tiene gracias al esfuerzo y al sacrificio. Yo lo veo de cerca.

Porque podría haberse quedado quieta, pero no. Y mientras cría a sus nenas (además de Julieta, tiene a Micaela) estudia para ayudar en la formación de los chicos de los demás: este año se recibe de maestra jardinera.

Ahora que lo pienso, no debe haber sido fruto del azar que haya nacido un 17 de octubre. La lealtad es una de sus banderas. La mina está siempre. Y hoy, en su cumpleaños, la que está con ella soy yo.

Te quiero, Vero.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias, Aye. Por el texto, por marcar lo bueno y mis debilidades también. Sabes, que en mi vida sos muy importante, sos la persona que más conoce, me bancas siempre . TE QUIERO MUCHO.

Mariano dijo...

Gran persona, Vero. De las que cuesta encontrar. Feliz cumpleaños.

PD: El azul te queda lindo.

Inés Lerda dijo...

qué divina aycita! muy lindo el post, feliz cumple vero!! nos vemos en el cumple de ay:)

De Tal Palo dijo...

Feliz cumple, Vero!
Como diría la gran Kika "Si sos amiga de Ayelén, debés ser una persona excepcional".