sábado, 14 de noviembre de 2009

UNA HISTORIA DE AMOR II

Lo llora. Todavía hoy lo llora. ¿Cómo fue que aquello se rompió? Ella me habla y enumera adjetivos que describen a él como un hombre al que quiso. Al único que se permitió amar.

La lágrima que le veo –y que está en su pómulo izquierdo- contiene algo que ella llama fracaso. Haber intentado, haber tropezado. Y es una lágrima gorda. Ella me dice que él era feo, pero hermoso; que era reservado, pero demostrativo; que hablaba poco, pero decía palabras lindas.

Escucho. Esta historia que me cuenta ocurrió hace mucho tiempo atrás. Y a medida que los días avanzan, los recuerdos de él se le suman en la cabeza: le envuelven el cerebro. Me construye imágenes, me mira detrás del pañuelo que le seca los ojos y los cachetes; y que no le pide permiso para esconderle los pocitos que se le hacen cuando sonríe.

Me pregunto si esos recuerdos serán completamente ciertos o si la distancia (y la necesidad de tener a él con ella) los habrán distorsionado. Si todo eso será en realidad el recuerdo que ella armó del verdadero recuerdo: si será el recuerdo de un recuerdo. Pienso en las interpretaciones y en la selectividad: en que ella se guardó lo mejor de él.

En este tiempo, lo buscó en otros hombres. Me cuenta que se armó un personaje y repartió su cariño. Hubo besos de ocasión, abrazos sin sentido, caricias de compromiso, sexo sin amor.

Tengo que contestar sus preguntas. Y no soy sincera, porque le respondo que encontrará luz, que el muchacho que ahora le genera sonrisas puede ser, que se permita jugar.

Ella me suelta un no. Cortito, seco, distante. Helado. "Jugar, no. El jugó conmigo y yo no supe jugar".

Me callo mi verdad: me da la impresión de que en realidad lo que no supo fue perder.


Antes, hubo una historia de amor número uno.

2 comentarios:

marce / lechu dijo...

Siempre para ganar, primero hay que saber perder.

abrazo grande, corazón.

(como es eso... ah, "aquí y ahora")

Anónimo dijo...

Ella no fracasó. El no la merecía por jugar con ella de esa manera.