
Si arte puede ser un diente de cocodrilo adentro de una botella o un tipo completamente desnudo parado en el medio de Plaza Francia, esparcir algo sobre una tostada y/o galletita también lo es.
Escribo, entonces, sobre una de mis pasiones: untar. Untar es relajarse y tomarse tiempo, prepararse un tentempié mínimo para disfrutar como un verdadero manjar. A mi me relaja, me hace reflexionar sobre temas profundos. De hecho, he tomado decisiones importantes mientras desparramaba la mermelada.
El secreto está en hacerlo con tiempo. La tostada es como un bebé que hay que cuidar, tratar con cariño. Es la expresión en miniatura de la delicadeza.
Untar muestra muchas veces cómo uno vive la vida. Están los que untan así nomás, los que le ponen poquito aderezo, los que sólo llenan el medio, los que le ponen miles de ingredientes (y así no sienten el sabor de ninguno), los que cubren completamente la tostada. Yo pertenezco a estos últimos: la cubro tanto porque me gusta que el contenido me quede apenitas en la yema de los dedos.
Las mujeres, igualmente, untan bien hasta que son madres. Después, todo el esfuerzo hecho durante años se va por la borda y les preparan a sus hijos tostadas así nomás. Pasan el cuchillo de tal forma que yo creo que si la manteca y el dulce de leche se expresaran, llorarían sin parar. Quizá tiene que ver con la necesidad de resolver todo rápido (y de hacer mil cosas a la vez) que tienen las madres.
Untar es una acción que puede realizarse en cualquier momento del día. A mí me gusta más en el desayuno. El desayuno es casi tan maravilloso como un lindo atardecer.
Escribo, entonces, sobre una de mis pasiones: untar. Untar es relajarse y tomarse tiempo, prepararse un tentempié mínimo para disfrutar como un verdadero manjar. A mi me relaja, me hace reflexionar sobre temas profundos. De hecho, he tomado decisiones importantes mientras desparramaba la mermelada.
El secreto está en hacerlo con tiempo. La tostada es como un bebé que hay que cuidar, tratar con cariño. Es la expresión en miniatura de la delicadeza.
Untar muestra muchas veces cómo uno vive la vida. Están los que untan así nomás, los que le ponen poquito aderezo, los que sólo llenan el medio, los que le ponen miles de ingredientes (y así no sienten el sabor de ninguno), los que cubren completamente la tostada. Yo pertenezco a estos últimos: la cubro tanto porque me gusta que el contenido me quede apenitas en la yema de los dedos.
Las mujeres, igualmente, untan bien hasta que son madres. Después, todo el esfuerzo hecho durante años se va por la borda y les preparan a sus hijos tostadas así nomás. Pasan el cuchillo de tal forma que yo creo que si la manteca y el dulce de leche se expresaran, llorarían sin parar. Quizá tiene que ver con la necesidad de resolver todo rápido (y de hacer mil cosas a la vez) que tienen las madres.
Untar es una acción que puede realizarse en cualquier momento del día. A mí me gusta más en el desayuno. El desayuno es casi tan maravilloso como un lindo atardecer.