sábado, 26 de marzo de 2011

DETALLES QUE TE MUESTRAN QUE YA ESTAS GRANDE


A veces duele, o no tanto, pero hay que asumir el paso del tiempo. Entonces, si el huevo frito ya no puede estar dentro de tus alimentos porque te hace mal, aceptalo. Ah, ¿qué? ¿En realidad no tolerás las frituras? Sí, comprendo.

No es lo único, claro. Si no dormís siete u ocho horas, el resto del día se te hace cuesta arriba y la jornada laboral sin el descanso adecuado puede resultarte un martirio. Para colmo, tus horarios empiezan a sufrir ciertas modificaciones: a la 1 de la mañana el sueño comienza a invadirte y pensás que es mejor acostarte para levantarte temprano y aprovechar el día. La luz del día, eso: te resulta más atractiva que la nocturnidad.

Quién sabe, quizá el horario de 00.30 a 8 se te hace familiar, casi incapaz de desprenderte de él. ¿Que te fuiste a la cama muy tarde porque saliste y no podés despertarte más allá de las 10? Bienvenido al club de la gente que está llena de detalles que le muestran que ya está grande.

Te cuento: los domingos, la plaza del barrio a las 10 de la mañana (para esa hora ya habrás desayunado y hecho alguna que otra actividad casera) está llena de niños y gente mayor. Y están contentos, los domingos, a esa hora: compran el diario, van a la fábrica de pastas, los chiquitos les dan maíz a las palomas.

Ir de camping te parece una actividad para jóvenes emprendedores. ¿Ir a bailar? Tus recuerdos se remiten casi a la adolescencia. Te percatás: llamás "gente joven" a los que antes situabas en la pre ancianidad.

Ya no hay anhelos grandilocuentes. Tus deseos de vacaciones, por ejemplo, pueden remitirse a ir a la playa para hilvanar estas actividades: llegar, leer el diario en una reposera, meterte al mar, leer un libro, dormir un rato bajo la sombra de la sombrilla. Descansar. Con zambullirte una vez al día ya es suficiente. ¡Y cómo te cuidás del sol!

Evitás los lugares ruidosos, llenos de gente. Dejás de hacer fiestas de cumpleaños y pasás a hacer reuniones. Muchos de tus amigos ya tienen hijos o están por. Entre las actividades que te dan placer figura menos el ir de bares: disfrutás tanto o más de los encuentros con tu gente y sus niños.

Ah, me olvidaba, pero seguramente sacás entradas para estar sentado en los recitales. Y cada vez te simpatizan más los shows en teatros.

Ojo, que también te puede suceder que ante un fin de semana largo y con la posibilidad de salir muchas noches consecutivas sin la necesidad de amanecer a una hora específica, elijas, tranqui, quedarte en tu casa, tranqui, mirando una peli, tranqui. Eso, el término "tranqui" aparece más en tu vocabulario.

Te recomiendan no tomar Coca Cola y tu cuerpo ya no resiste ciertos excesos. Podés empezar a tener enfermedades que antes te parecían de viejo y ahora, oh casualidad, son tuyas: ¿Ulcera? ¿Problemas de presión? ¿Calvicie? ¿Pérdida de visión? ¿Tenés que dejar el cigarrillo? ¿El médico te manda a caminar? Todo puede ser. Hasta sería lógico que vos o tus amigos ya hayan padecido estrés.

Y cuidado, estate atento, porque ante una mínima distracción puede que los detalles que te muestran que ya estás grande te sienten de primera. Te conformen y te hagan sentir que este ritmo está bueno. Te hagan pensar que a veces no duele tanto.

miércoles, 16 de marzo de 2011

ONCE METAS RAZONABLES PARA 2011



UNO. Comenzar una guerra a muerte y sin tregua contra la celulitis.
DOS. Hacer pochoclos, pero bien.
TRES. Reducir en un 35 por ciento mi nivel de (auto) exigencia.
CUATRO. Decidirme: hacer ejercicio o aceptar los kilos y el paso de los años sin complejos.
CINCO. Comprarme una bicicleta.
SEIS. Plantar un árbol y escribir aunque sea una tarjeta de cumpleaños con el chico de este otro blog.
SIETE. Encontrar algún tipo de terapia alternativa útil si durante 2011 la psicóloga no me dice: "Listo, Ayelén, no vengas más".
OCHO. Trabajar seis horas exactas por día.
NUEVE. Terminar de cerrar la idea de mudarme y transformarla en meta razonable para 2012.
DIEZ. Hacer un viaje de un mes.
ONCE. Mirar más cine que en 2010, pero no tanto como en 2009.