El reloj de la computadora –que está coordinado exactamente con la hora que da el 113- me dice que son la 1.23. Acabo de llegar de un recital y en los últimos 75 metros que hice decidí correr: temí morirme de frío, quedarme dura en el camino a mi casa, por la baja temperatura.
Hice una pausa después de escribir el primer párrafo que acaban de leer, para buscar el control remoto, poner TN y ver la temperatura: 6º2 y 4º3 de sensación términa.
Estoy en condiciones de confirmarlo: Clarín miente. Afuera no hace más de -2 o -3 grados.
Yo, por ejemplo, ya tenía mis piecitos fríos en pleno recital y se trató de un show en el que hubo alrededor de 150 personas. Correr esos 75 metros (aclaro: con las manos en los bolsillos) no cambió mi temperatura corporal y mis pies siguen helados. Me pregunto por qué rechacé aquella vez la bolsa de agua caliente que mi abuela quiso regalarme.
Tengo dos estufas prendidas en este instante. Estoy vestida y me quiero acostar, pero siento que mi cuerpo no va a tolerar el tiempo que me demande cambiarme y ponerme el pijama.
Pienso en lo cruel que es el frío. Es como cuando tenés seis años y tu vecinita te dice –en la esquina de tu casa, donde te encuentra andando en bicicleta- que Papá Noel no existe, que son tus papás. Es más cruel que eso: es como cuando vos le preguntás a tu mamá si tu vecinita tiene razón, y tu mamá no se esmera ni un poquito en mantener tu fantasía: “Sí, es verdad”, te contesta.
El frío es cruel, carajo. Es como cuando te hacés pis en la fila en primer grado y uno de tus compañeros se burla de vos, delante del resto, señalándote. Es como cuando una profesora de la secundaria te hace pasar al frente porque no hiciste la tarea y te avergüenza, mofándose frente a tus compañeros de que no estudiaste. Es como cuando el chico con el que salís te lastima sin sentido, es como cuando tu papá te dice que está en contra de lo que vas a estudiar, es como cuando escuchás a tus compañeros de trabajo hablar peyorativamente de otra mujer.
Me voy a acostar, disculpen la catarsis. Es que el frío me hace mal.
10 comentarios:
odio el frío!!!!!!! y mis pies también se congelan en invierno, siempre.
En cuanto a la sensación térmica de TN o de cualquiera, la sensación térmica es mentira, no existe. Te lo confirmo yo. Cómo va a hacer la misma sensación térmica en mi balcón, piso 15, que en el Parque CEntenario o en el Cementerio de Recoleta??? Es imposible. Un invento argentino. Incomprobable. Sólo para que los boludos digan "viste, hay 40 grados de sensación térmica!!!".
De este post sólo se deduce algo: te hiciste pis encima en primer grado.
Respecto de la sensación térmica, no sirve para nada. Aquí una breve reseña:
"Su creación se remonta a los tiempos de la Segunda Guerra Mundial cuando el frío cruel amenazaba con el congelamiento de los soldados haciendo necesaria la previsión de las temperaturas.
De esta forma, en 1945 el militar Paul Siple y el geógrafo Charles Passel desarrollaron una ecuación empírica para las regiones antárticas que llamaron WCI, en inglés Wind Chill Index: índice de enfriamiento por la acción del viento, que se trataba de la creación de fórmulas y tablas para conocer la temperatura real que sentía el cuerpo humano.
Los meteorólogos la adoptaron hacia la década de 1970 y en Argentina comenzó a utilizarse a partir de 1980.
Es horrible el frío, lo odio!!!
las bolsas de agua caliente son los mas!
recomiendo usar una fundita para no quemarte. es un viaje de ida.
¿Cómo vas a rechazar un regalo de tu abuela?
Bienvenida al club, amiga.
Lo único que me gusta del invierno son los guisos... y si son de lentejas, ni te cuento!
Lamento disentir, pero...me gusta el invierno! Claro que los extremos nunca son buenos, pero si tuviese que elegir, prefiero un frío perpetuo a una ola de calor. Prefiero poner -siempre que tenga qué- y no sacar, estar alerta y no semi desmayada, comer fondue y no ensalada...besitos -con bufanda!!!
El frío es cruel, insensible, impiadoso.
La sensación térmica es su hermanita menor, que hace el trabajo sucio. Se agranda con el viento y la humedad y llega hasta donde su hermano no puede.
Para el frío no hay nada como dormir acompañada. Los mejores hombres son los que nunca se quejan de que apoyemos nuestros pies helados en sus piernas calentitas.Claro que eso trae otras complicaciones.
Las bolsas de agua caliente son como haberse dado por vencida. No te compres.
Un perro durmiendo a los pies puede ser una gran fuente de calor que jamás te pedirá explicaciones.
Pensalo.
besitos
Odio el invierno.
A mí me dejaron en invierno, qué crueldad. Si por lo menos Carla se hubiese decidido una semana antes, me agarraba en otoño. Pero no, se le ocurrió que fuera el 28 de junio. ¡Encima ese día ganó el PRO!
Ahora no hay más frío en el mundo que adentro de mi cama.
abrazos
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