No voy a extenderme mucho para describir a mi padre y a la relación que tuve y tengo con él, porque podría escribir un libro (o hacer terapia de por vida). El Gordo Ramón -padre es gordo y su primer nombre es Ramón, aunque él utilice Eduardo, el segundo- es canillita: todos los días de su vida se levanta a las 4 de la mañana para atender su puesto de diarios.
El otro día lo visité. Mientras leía Clarín, lo escuché gritar: "¡Esperá, esperá! ¡No cruces, esperá que yo te hago cruzar, te va a atropellar un auto!". Y puteó y se quejó, con ese sonido que él emite cuando se queja: "Ciego de mierda", me dijo, bien bajito. Pero lo ayudó.
Hace unos años ocurrió algo similar. Monte Grande había sufrido una inundación bastante importante, sobre todo en la periferia, donde hay barrios humildes. El Gordo Ramón tenía una camioneta por ese entonces. El, que siempre dijo que los problemas de la Argentina se solucionaban yendo con un lanzallamas a las villas, dejó a alguien en el puesto de diarios y fue a evacuar gente. A la vuelta, en casa, contó: "Acá estoy, qué se yo, renegué mucho. Esos villeros me tocaron toda la camioneta".
El flaco que tocaba la guitarra (invisible)
Hace 15 años
4 comentarios:
Yo soy igual. Digo esas cosas y después me juego por gente que ni sabe como me llamo. Aguante Ramón!
Me mata ese vocabulario tan expresivo de Ramon.seguramente que cuando termino de ayudar al señor pronuncio esa queja tan particular que tiene,que me es imposible de escribir,no?
quiero que sea mi papá, me lo regalás?
ja ja!! me mató el gordo ramón! parece que aunque es algo cabrón en el fondo es buen tipo...
te entiendo, mi viejo dice que a los gays hay que atarlos a un palo y prenderles fuego en la plaza de mayo...
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