jueves, 31 de enero de 2013

EL FUTURO


-Tía, ya sé qué quiero ser cuando sea grande.

Julieta me encaró como si finalmente le hubiera encontrado respuesta a la pregunta que le hago desde que tiene 4 años: y tiene 10, o sea que lleva seis soportándome.

-¿Sabés qué? Voy a ser azafata. Y voy a ir en avión, voy a viajar, a viajar mucho. Entonces voy a ir a un montón de lugares. A Disney y a Miami... Y a Córdoba...
-Pero mirá que eso es un laburo, eh. No es que te vas de vacaciones. Vas a estar mucho tiempo en el avión -intenté bajarla del sueño.
-No, voy a ir a Dysney, voy a viajar todo el tiempo. Y además, la tía Andrea me dijo que pagan re bien.

Micaela, que tiene 7, dejó de comer milanesas para decirme que ella también había pensado qué quiere ser: “Yo, doctora de perros, tía”, me dijo. Aunque empezó a dudar:

-No, no, mejor no. Porque voy a ver a perros enfermos, por ahí los tengo que operar. ¿Y qué hago si se me muere un perro? ¿Qué hago, eh?
-Y bueno, qué vas a hacer, puede pasar.
-Y lloro, qué voy a hacer... Pero no, mejor no. No quiero. Mejor voy a ser maestra.

jueves, 24 de enero de 2013

ACA HUBO UNA VEZ UN FANTASMA ANONIMO

Desde chiquitos sabemos que un fantasma es algo feo, malo, alguien que asusta y que puede hacer daño: alguien que -después nos enteramos de grandes- no existe, sino que es producto de nuestra fantasía.

Hasta que apareció Casper, claro. Desde ese momento, un fantasma puede ser alguien bueno, tierno, dulce y, además, lindo: Casper era un chico rubio y de ojos celestes. Y, en realidad, era humano.

Acá, en este humilde blog, hubo una vez un Fantasma Anónimo que circuló por los comentarios de algunos post. Incluso escribió que ojalá nos volvamos a cruzar. Es decir que ya nos cruzamos alguna vez.

Y más. Se jactó de que no tiene falta de coraje, pero afirmó que tampoco dispone de la posibilidad de expresar sus sentimientos por otro medio que no sea éste. Redobló la apuesta cuando lo acusé de poco creíble y, por si fuera poco, osó cargarme y mofarse en situaciones en las que yo presumí de algunas cosas.

En su momento apareció cuando alguien lo llamó. Me elogió tanto que en un primer momento pensé que podía ser mi papá… Si no fuese porque mi papá no sabe prender una computadora y porque es capaz de escribir hiba, así, con h.

Eso sí, nunca, jamás, soltó algún indicio.

En su última aparición, hace años ya, aportó otra cuota de intriga. Dijo que faltaba poco para un supuesto encuentro y utilizó la palabra destino.

Nunca supe quién era. No importa. No sé si sigue leyendo ahora que retomé inconstantemente este espacio. Si alguien lo conoce, lo que quiero es agradecerle: por pasar, por escribir y por hacerme reir por aquellos días.

¡Saludos, Fantasma Anónimo!

viernes, 18 de enero de 2013

GUITARRA NEGRA

Ayer, 17 de enero, se cumplieron 14 años de la muerte de Alfredo Zitarrosa y leí una nota que repasaba 10 de sus canciones.

Volví a escuchar Guitarra Negra después de mucho tiempo. Me parece una canción -un poema hecho canción- que tiene miles de sentimientos y sensaciones: melancolía, esperanza, recuerdos, tristeza, odio, lucha, reflexión, exilio, amor, encierro, libertad, nostalgia.

Hoy, 18 de enero, en el inicio del día, ya la escuché cinco veces y sigo emocionada.

Copio una frase, dejo este post y sigo tocando replay.

"Hoy dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas. Y la noche entrará por todas las ventanas de mi casa, por todas las ventanas de todo el barrio, por todas las ventanas de todos los cuarteles y de todas las cárceles, por todas las ventanas de los hospitales... La noche entrará, cabeceando, saltará para adentro, sombra a sombra a la luz del farol... Y se echará en el piso como un perro... Y aguardará hasta la madrugada... Hoy... Dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas, para siempre...".

lunes, 14 de enero de 2013

DOCE METAS RAZONABLES PARA 2013


UNO. Regar las plantas más que en 2012.

DOS. Comprarme una parrilla para el balcón. Antes, aprender a hacer asado. Y antes que eso, analizar friamente las consecuencias de semejante independencia respecto del sexo opuesto.

TRES. Ponerme un arito en la nariz.


CUATRO. Terminar mi crónica.

CINCO. Mandarle un mail al Beto Márcico confesándole el amor platónico que siento por él.

SEIS. Decidir un poco más rápido -y sin ayuda- qué quiero comer cuando voy a un restaurante.

SIETE. Lograr que la psicóloga me diga: “Bueno, está bien, por ahí en algún momento no venís más”.

OCHO. Manejar un tractor para ver cómo es.

NUEVE. Hacer un viaje de un mes.

DIEZ. Armar una empresa de asesoramiento sobre el largo perfecto de la barba de los hombres.

ONCE. Bailar candombe, pero bien.

DOCE. Averiguar quién inventó la cucharita.