lunes, 29 de diciembre de 2008

MONTEVIDEO


Parece mentira que la primera cosa que vemos por una calle de Montevideo es un café en el que nos sentamos a desayunar, que no tiene medialunas. Está bien, OK, son las seis de la mañana, pero esa primera imagen ya choca: es como si en la primera cita un chico dijera que no le gusta el alfajor minitorta.

Pedimos café con leche, igual, y agregar algo para comer se nos complica porque hay diferencias dialécticas. Acá dicen bizcochos cuando pretenden venderos facturas, dicen tortuga cuando ofrecen un pebete o dicen olímpico cuando invitan un sanguchito de miga.

Con Paulita y con Ceci nos preguntamos por qué olímpico: ¿será como el gol olímpico, que se llama así por el festejo del argentino Cesáreo Onzari ante Uruguay, la flamante campeona de fútbol de los Juegos de 1924?

Pienso que los uruguayos tienen cosas raras. Muchos de ellos, por ejemplo, dicen “Bo” o “Vo”, pero en realidad no saben si es una abreviatura de boludo o de vos. Otra expresión es el “Ta”, pero queda claro que es por el “está”, en señal de aprobación de algo. Sí, son amarretes con algunas palabras.

Otra expresión que tienen es el “que pases bien”. Para mí, son muchos menos específicos que nosotros, que utilizamos el “que la pases bien” para un evento especial. Lo de ellos es más generoso: quieren que pases bien siempre.

Le comentamos todas estas cosas a Pablo, nuestro amigo uruguayo a quien queremos mucho, y se ríe: cada vez que lo vemos hacemos lo mismo, y él no se enoja, sólo se ríe.

A veces da la impresión de que Montevideo es algo así como un Plan B de Buenos Aires, más chiquito y a veces demasiado pretencioso: acá, por caso, tienen sus propias torres gemelas, el World Trade Center montevideano. Insólito.

Nosotras estamos acá, somos turistas, pero no se nos respeta como tales. Nos chocamos con una publicidad que afirma que un turista es un amigo. Sin embargo, corro 50 metros un colectivo (mi estado físico es lamentable) y cuando llego le hablo al chofer.

Aye: “Disculpá, te puedo hacer una pregunta?”. (Quería veriguar si nos dejaba en un lugar)
Chofer: “No, preguntas no. Subí o me voy”
Aye: “Andate”.

Acá, los choferes de los colectivos no tienen muy buena onda. No bien arribamos a la ciudad (repito: domingo, seis de la mañana), le pedimos al que manejaba que nos avisara dónde bajarnos. Llegamos al final del recorrido y nos informó: “Chiquilinas, nos pasamos. Me olvidé”. Por suerte recapacitó y nos alcanzó hasta nuestro destino. También fuimos a conocer Carrasco: hermoso. A la vuelta, otro colectivero se enojó: con su mejor cara de culo culpó a Ceci de haber trabado la máquina expendedora de pasajes.
Si algún día vivo en Montevideo, como me gustaría, creo que eligiría el barrio Malvín, pero la parte linda: casas con parquecito, ruido a tranquilidad. Y me movería por la ciudad en bicicleta. En bici con casco, eso sí, porque los hermanos uruguayos manejan bastante rápido.

Ojo, son veloces al volante pero son limpios y la ciudad está impecable. Hasta los bondis tienen tachitos de basura. Después tienen sus cosas, claro. ¿Qué? Una mirada rara sobre los ladrones: “Vandalismo: hermoso como una piedra en la cara de un policía”, leímos en un graffiti. Si Macri estuviese acá, esto no pasaría…

En las calles también hay pegado otro cartel: “TV uruguaya con actores uruguayos”, pide la Asociación de Actores local. Eso de Plab B: viven de chismes argentinos (consumen las revistas Gente, Caras, Paparazzi), pero son actores y quieren actuar. Humildemente, nos sumamos a la lucha por la ficción charrúa.

Mañana ya no veremos cosas por las calles de Montevideo, porque estaremos en otro lado. Igual pasamos bien acá.

viernes, 26 de diciembre de 2008

ALLA VOY...

Por ahí. O por ahí cerca. Para mirar el faro (desde ahí mismo o desde cerquita). Para brindar con amigas y tirarnos bajo las estrellas. Para cumplir eso de "Los tornillos de mi mente, los consigo en el Polonio". Con ustedes, Martín Buscaglia...


sábado, 20 de diciembre de 2008

MOMENTOS L (I)

Mis amigas, como las quiero. Hace un año, después de charlas sobre el tema en las reuniones, decidimos armar una cadena de mails intitulada "Momentos Loser". Allí, cada una contaba alguna anécdota de perdedora total, de esas que nos sobraban. Ayer, después de tomar algo en El Piringundín, en la esquina de Balcarce y Chile, recordamos esos relatos y quedamos de acuerdo en que yo los iba a publicar en mi blog, en varias ediciones (sí, hay muchos momentos L). Aquí, dos de esas historietas (aclaro que no alteraré ni una coma de esos mails que guardo con tanto cariño en mi casilla).

FROM: CECI
Momento Loserísimo de Ceci: Yo también ya lo conté pero obvié un detalle, así que acá va completito así se cagan de la risa(de mí).
30 de diciembre de 2005 (la noche de Cromañón)
Como recuerdan, hice una fiesta en la casa de mis viejos. Resulta que estaba toda emocionada porque Ramiro y yo nos quedamos charlando solos como hasta las 7 de la mañana mientras lo que quedaba de Pao había quebrado arriba y dormía plácidamente.
Yo le tiraba cerezas en la boca al chiquito, tomamos mate, en fin, nos divertimos hasta que se fue. Diez (10) minutos después de su partida, Ceci agarra el teléfono y marca el celular –aclaro que se lo había pedido esa mismísima noche- y lo saludo:
-Hola Ramiro, cómo andás? Soy Cecilia.
-Ah (risas)... ¿Qué hacés, tanto tiempo?
Ahí caí que había sido demasiado ele de mi parte llamarlo al toque de haberse retirado pero el pibe también bastante forro, me a podría haber dejado pasar, no?

***
FROM: FLORI
Querido circulo loser...tanto tiempo...Un recuerdo no tan lejano...unos 5 años maso.
Mi primo y yo decidimos comprarnos celulares por mercado libre, y así lo conocí al muchacho en cuestión, Gustavo... si si era el que nos vendió los celus, no pierdo ocasión. Gustavito se hizo muy querido en mi casa, no solo se hizo amigo de mi primo, sino también de mi mamá, hasta lo invitaba a comer con todo la flia... En una de estas cenas, mi perra Dulcinea, una cocker gordita divina, que dormía muy profundamente, se le ocurre dormirse a full a un costado de la mesa, sin roncar, lo cual era raro en ella.
Mi mamá al llamarla para que coma se da cuenta que la perra no respondía, lo cual podía ser muy posible ya que Dulchi ya estaba sorda de vejez... mi mama se ve que no recordó ese detalle y se tiro al piso cual loca desenfrenada al grito de....SE ME MURIO SE ME MURIO!!!!!! Se armo un revuelo terrible, que termino cuando Dulchi se le ocurre abrir sus ojitos como diciendo...que carajo pasa??? Porque no me dejan dormir tranquila!!??...Los ojos de Gustavo se abrieron muy grandes al ver la locura de mi flia. Parabara, parabara...Familia muy normal!

martes, 16 de diciembre de 2008

LOS MACAYA DE LOS BLOGS


Están los que en su comentario escriben lo mismo que el autor del post, pero según su visión.
Los que les contestas en su propio blog a cada uno de los comentaristas y si tienen un comment nuevo, van al blog y también comentan, como si se tratara de una devolución de favores.
Los que se creen que su blog es su casa y cuando otro que no conocen les comenta, ponen: "gracias por pasar".
Los que no firman con su nombre y dejan el misterio detrás del "Anónimo" u otro apodo de fantasía.
Los que se esmeran por dejar un comentario inteligente y/o gracioso, con el intento de superar lo hecho por el autor del post.
Los que hacen lo de arriba y lo logran y entonces se abren un blog y ese blog está bueno.
Los que son tan buenos en su vida que siempre (siempre, siempre) escriben elogios o frases optimistas.
Los que en sus comentarios intentan demostrar que tienen una relación personal con el dueño del blog (y dejan en claro que no son simples lectores, que no son lectores cualquiera).
Los que comentan para hacer conocido su blog o publicitar un evento.
Los/as que intentan levantarse chicas/os a través de los comments.
Los que comentan, se arrepienten, y entonces te dejan un cartel que dice: "el autor ha suprimido este mensaje". ¡Eso cuenta como un comentario!
Los que no comentan en el blog, pero después te hablan del post vía msn, mensaje de texto y hasta cara a cara (sí, esa vía de comunicación todavía existe).

sábado, 13 de diciembre de 2008

UNA PARA MANUAL DE PERDEDORES...

Jueves, 00.30, arriba del 15, viajando desde Belgrano a Boedo. Yo estaba sentada en la fila izquierda, la de asientos para una sola persona. Una muchacha abre su celular, presiona un botón, toda apurada. La atienden. Evidentemente habla con su marido. Agitada, ansiosa, transpirando por una incertidumbre visible, le pregunta, a los gritos:

"¿Cómo va Bailando por un sueño? ¿Cómo va Bailando por un sueño? ¿Cómo va Bailando?????"

viernes, 5 de diciembre de 2008

VARIAS PALABRAS FORMAN UN TEXTO

Qué fácil es darse cuenta de que algo tiene magia. De que se trata de algo o de alguien, pero la magia está. Se respira.

Ella creía que estaba triste (y en realidad eso era así): había algo de insatisfacción, una sensación a nada. Y un ruido de tic tac: el tiempo que pasaba, pero no dejaba surcos. Ella es el mismo que ahora tiene un fernet con Coca Cola en la mano, en un bar que reúne gentes varias. El Bar de Roberto.

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La situación es insólita, piensa ella, ya subida en un colectivo que está lo suficientemente lleno como para saber que el viaje lo hará sin poder sentarse. Insólita, piensa ella, ya borracha, aunque tan solo haya tomado un fernet con Coca Cola. Debe ser la edad: 38 años que pesan como si fuesen el doble. Otra vez el tic tac. Son las 23.53 de un día más: uno de los tantos que pasaron y no dejaron huella.

Hubo una reunión con dos personas, una charla que incluyó un intercambio de historias personales. Palabras divinas: conexión entre gente nueva.
La voz de Carlos Gardel sale de algún lugar y rodea las mesas viejas, las sillas de antaño. En la barra, un mozo simpatiquísimo prepara un sandwich de jamón crudo y queso en pan figazza. Termina Gardel y suena el Polaco Goyeneche, después un tango que ella no conoce. El fernet con Coca Cola se va vaciando. Las dos personas son pareja y comparten una cerveza. El Bar de Roberto es nuevo, un sitio desconocido.

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Un muchacho entra al lugar desconocido, pero ella tiene memoria para los rostros. No sabe por qué, pero recordar miradas, ojos, facciones, gestos y sonrisas le resulta mil veces más sencillo que acordarse de hechos, de fechas. Un día fue a ver a Andrea Prodan en vivo y él, con su banda, fue telonero del hermano del gran Luca. Está ahí.

Recuerda esa situación, esa música, y piensa: "Hay magia". El Bar de Roberto tiene magia. Toma primero y come después: el fernet hace efecto. Entonces charla, se hace la que escucha, pero en realidad no. La pareja le habla y ella se da cuenta de que El Bar de Roberto es su lugar: que quiere estar ahí, que quiere ir con amigos, que quiere invitar al muchacho que le gusta, aunque en realidad no sabe si le gusta, pero lo que sí sabe es que él tiene novia, porque además últimamente todos los que le gustan tiene novia, y sin embargo piensa que lo puede invitar igual. Aunque sea bastante más joven. A él le va a encantar este lugar.

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Ella creía que estaba triste, pero no. El Bar de Roberto fue una realidad y ella está cerca. Muy cerca. En un tiempo, quizá la distancia entre ese lugar y el suyo sea de apenas unos trescientos metros. Piensa todo eso mientras se toma un helado de dulce de leche con nuez y sambayón, en un barrio que no es suyo, pero que el sueño es que algún día lo sea: el sueño es sentir que un lugar le pertenece. Tira la cucharita y le da lengüetazos. Disfruta el cucurucho que le costó siete pesos en una heladería que está a dos cuadras del Bar de Roberto.

El colectivo frena de golpe. El impacto se siente. Ella acomoda ideas: creía que estaba triste.

martes, 2 de diciembre de 2008

FLORI ESCRIBIO UN MAIL QUE DICE...

Si yo tuviera un blog escribiría sobre la envidia, si, y la envidiosa en este caso soy yo. Me es inevitable sentirlo cada vez que voy al gimnasio y le veo los tobillos al chico de la recepción, podrá ser posible que tenga tobillos más lindos que los míos????!!!! Son los tobillos de mujer más lindos que vi, solo que en un cuerpo de hombre. Parezco un tipo que cuando le habla a una mujer tetona le mira las tetas, en mi caso lo saludo mirándole los tobillos. Un día se lo voy a decir: "Che loco, que lindos tobillos que tenes".

Mi amiga Flori, la misma que alguna vez habló sobre tener un Piringundín, ahora dice que es envidiosa.