miércoles, 27 de agosto de 2008

ASUNTOS DE FAMILIA (II)

No voy a extenderme mucho para describir a mi padre y a la relación que tuve y tengo con él, porque podría escribir un libro (o hacer terapia de por vida). El Gordo Ramón -padre es gordo y su primer nombre es Ramón, aunque él utilice Eduardo, el segundo- es canillita: todos los días de su vida se levanta a las 4 de la mañana para atender su puesto de diarios.

El otro día lo visité. Mientras leía Clarín, lo escuché gritar: "¡Esperá, esperá! ¡No cruces, esperá que yo te hago cruzar, te va a atropellar un auto!". Y puteó y se quejó, con ese sonido que él emite cuando se queja: "Ciego de mierda", me dijo, bien bajito. Pero lo ayudó.

Hace unos años ocurrió algo similar. Monte Grande había sufrido una inundación bastante importante, sobre todo en la periferia, donde hay barrios humildes. El Gordo Ramón tenía una camioneta por ese entonces. El, que siempre dijo que los problemas de la Argentina se solucionaban yendo con un lanzallamas a las villas, dejó a alguien en el puesto de diarios y fue a evacuar gente. A la vuelta, en casa, contó: "Acá estoy, qué se yo, renegué mucho. Esos villeros me tocaron toda la camioneta".

miércoles, 20 de agosto de 2008

PAO, Y SU VISION SOBRE LAS DIFERENTES CULTURAS


La chica de la sonrisa es Pao, mi amiga y concubina. El sábado fuimos a bailar, se nos acercaron dos chicos, uno le pidió a ella su mail, para agregarla al msn.


Pao se lo dio y le aclaró:

-Decime tu nombre y tu apellido, porque si no, no te acepto.


Después, en casa, me lo contó a mí. Me pareció insólito. Entonces me explicó:

-Pasa que si no, (en el msn) se te meten peruanos, todo. Me pasó miles de veces, me ponen: "Hola, cómo ándas. Yo soy de Lima".


El mismo día pero varias horas después, en una parada de colectivo, escuchamos a una chica y un chico, que conversaban en portugués. A Pao le llamó la atención. Me contó su sensación:

-Qué lindo es el portugés, viste? Es un idioma que suena bien, agradable, tiene onda. No como el ruso o el rumano, que es re ggggzzzzrrrrzz, re cerrado.

miércoles, 13 de agosto de 2008

LA VIDA BAJO TIERRA


El subte de Buenos Aires, en la hora pico de la mañana, debe ser el lugar que más gente agrupa de todas las grandes ciudades del mundo. Me di cuenta hoy, mientras tenía un hombre detrás mío, a mi amiga Pao tan cerquita que parecía que quería darme un beso y a un tipo que debió sufrir mucho mi cara presionada contra su espalda.


Lo llamativo es la cantidad de cosas que hace y/o dice la gente a esa hora, en ese lugar y con esa presión humana. Hubo gritos contra “los gremialistas del subte”, una mujer preguntándose por qué la gente no se levantaba más temprano para viajar cómoda (vaya a saber por qué no lo hacía ella, que estaba ahí), un gordito que aprovechó la ocasión para apoyarse a una adolescente y un tipo que dormía contra la puerta, con cuatro personas encima.


Quiero decirlo, a esa hora y en el metro (a propósito, recomiendo la canción de Café Tacuba, El Metro), triunfó el amor:

El: Perdoname si te aplasto.
Ella: No, todo bien. Esto es tremendo, no se puede viajar así.
El: Coincido con vos. Sos una chica muy inteligente, tenés toda la razón. ¿Viajás todos los días a esta hora?

El (tres estaciones más adelante): ¿Y a qué hora te volvés?
Ella: Salgo de la oficina a las seis, así que me tomo éste otra vez. Pero a esa hora también se viaja mal, ¿sabés?
El: ¿En serio? No te lo puedo creer.

El (una estación antes de bajarse, cuando ya le había sacado el nombre y la profesión a la muchacha): ¡Hagamos una cosa! Nos encontramos seis y cuarto en Carlos Pellegrini y volvemos juntos.
Ella (tímida): Bueno, dale.

Hacían una linda pareja.

Mientras los escuchaba, miré hacia arriba. Odio a los de zonajobs, la página para buscar trabajo, que te pone las líneas de subte de España o de Inglaterra: no me jodan, nunca voy a conseguir trabajo allá. Jamás voy a pasar por Atocha o Barajas. En todo caso, laburaré desde acá para un call center y por dos mangos.

Yo creo que los dueños del subte, a esa hora y con toda esa gente, deberían pasar música. Yo viajo en la línea B. ¿Por qué no me ponen Mañana en el Abasto, la versión de Sumo?

P.D.: Entre las cosas que pensé es que de toda esa gente, yo debía ser la única ahí que sabe quién es Ana Guevara o que sabe quién es Albert Pujols o que sabe que Gudjohnsen es islandés.
La primera es una atleta mexicana que ya se retiró. El otro, que tiene mi mismo apellido pero con s final, es un beisbolista dominicano de la MLB. El último es un futbolista: delantero que pasó por Chelsea y ahora está en el Barcelona. No juega bien, pero hace goles. Lamentable.

jueves, 7 de agosto de 2008

NOTICIAS QUE TE CAGAN EL DIA




Hay. Hay muchas. Y lo peor es que ese tipo de noticias te arruinan el día laboral y muchas veces eso se hace extensivo al resto del tiempo. En el diario, por ejemplo, nos hartaron las salidas del Burrito Ortega los jueves. Se emborracha en la madrugada, falta los viernes al entrenamiento y, para nosotros, empieza a ponerse en marcha el “Caso Ortega”: hasta se ha llegado a hacer guardia en su casa.

Basta Ortega, por favor.

De más está decir que nuestra suerte es pésima, ya que estamos en un diario que sale sólo sábados y domingos. Pero claro, irse de joda un martes mucha gracia no tiene.

En 2003, cuando estaba en Clarín, después de haber trabajado todo el domingo, llegó la noticia: “Internaron a Maradona en una clínica en Punta del Este por hipertensión”.

La situación fue un poco escalofriante. Yo tenía 20 años y todas las ganas todas de trabajar. Apareció, de golpe, un suplemento de Diego que ya estaba hecho. Había que actualizarlo: ¡actualizar la muerte de Maradona!

Escribí una nota para un suplemento que alguna vez saldrá y vi la tapa: me temblaron las piernas. Nos quedamos en el diario hasta las 4 de la mañana. Un par de días más tarde tuve que ir a la puerta del hospital, a ver si pasaba algo. No ocurrió.

Pero… Diego me asustó otra vez. Unos años después surgió el rumor de su muerte. A mí me lo dijo mi amiga Ceci, por MSN. “Saben ahí que parece que se murió Maradona?”.

Ehhhhhhhhhh???? Lo asumo: lo primero que pensé fue si contarlo o no. Faltaba apenas una hora para que mi horario laboral se terminara. Bajé la cabeza y lo conté. Empezó el operativo chequeo. Finalmente, todo quedó en la nada: zafó, zafé.

Es cierto. La pasión por lo que hago se me fue muy rápido. Ahora sólo quiero un mundo del deporte feliz, contento, sin polémicas y con personas sanas y con vida eterna.